Pocas preparaciones en el mundo se comparan con la mermelada. Esta elaboración que consiste en transmutar frutas en almíbares llenos de sabor, dulzor y consistencia única que han cautivado de manera tan especial el paladar de las personas, que hoy en día es difícil no encontrarlas en cualquier cocina del mundo.
Sin embargo, como cualquier receta ancestral, con el paso del tiempo se ha perfeccionado su manera de prepararla, pues ahora se cuenta con ingredientes únicos y procesos completamente diferentes que pueden transformar esta conserva por completo.
Esto es algo a lo que ha entregado su vida Alejandro Rico, quien siguiendo el legado de su padre —mismo que hace dos décadas introdujo guayabas de Aguascalientes en el Estado de México— decidió convertir este fruto de alta excelencia en una conserva de sabor gourmet a través de su marca Sole E Amore.
Una conserva fuera de lo común
Dentro de cada frasco hay más que solo una simple mermelada, pues gracias a este fruto de características excepcionales, se han creado algunas de las conservas gourmet más distinguidas del mercado. Las guayabas de Aguascalientes son mucho más grandes y aromáticas que las convencionales. Su pulpa es más carnosa, con menos semillas y una textura suave que se funde en el paladar.
Gracias a la utilización de este ingrediente único, que en palabras de su cultivador: “Cuando la probamos en su punto justo de madurez, jugosa y con ese equilibrio perfecto entre dulzura y acidez, supimos que merecía ser protagonista. Queríamos honrar su sabor y transformarla en algo que sorprendiera, sin perder su esencia.”
El arte de la transformación
Su proceso artesanal comienza desde la tierra. La clave radica en el equilibrio: sin químicos agresivos, apostando por prácticas tradicionales que incluyen poda cuidadosa, riego natural y un respeto profundo por los tiempos de la tierra. Las guayabas se cosechan a mano en su punto exacto de maduración, seleccionándose una a una para garantizar la máxima calidad.
La filosofía de Rico es clara: solo fruta fresca, nunca congelada. Sus conservas no contienen colorantes ni saborizantes artificiales, tampoco espesantes sintéticos; la consistencia proviene únicamente de la fruta misma.
Incluso el etiquetado refleja su compromiso social: colabora con una imprenta que emplea personas de la tercera edad y con discapacidad, donde cada frasco se etiqueta a mano. Como él mismo explica: “Creemos que el valor de un producto no está solo en cómo luce o cuánto pesa, sino en la historia que lo acompaña.”
La puedes encontrar en sitios de market place como Amazon o en su página principal.
Versatilidad gastronómica extraordinaria
Estas creaciones trascienden el concepto tradicional de conserva. La mermelada de guayaba con lavanda armoniza perfectamente con quesos suaves como Brie o Camembert, mientras que sobre pan tostado con mantequilla crea una experiencia sensorial única que también brilla en postres como cheesecakes.
Pero su alcance va más allá de lo dulce: se puede incorporan en preparaciones saladas, desde glaseados para cerdo hasta aderezos innovadores para ensaladas, aprovechando la capacidad única de la guayaba para adaptarse tanto a perfiles dulces como salados.
Un legado familiar convertido en excelencia
La historia detrás de este emprendimiento refleja una pasión familiar que busca constantemente la innovación gastronómica. Alejandro Rico no solo continuó el trabajo de su padre, sino que lo elevó a un nivel artesanal que honra tanto la tradición como la búsqueda de la excelencia culinaria.
Estas conservas artesanales representan un retorno a los sabores auténticos y a los procesos que respetan la materia prima. Cada frasco es una invitación a redescubrir lo que una verdadera mermelada gourmet puede aportar a tu experiencia gastronómica.