Hay alojamientos que se quedan en la memoria no solo por su arquitectura o su servicio impecable, sino por algo más difícil de describir: esa sensación de bienestar absoluto que solo se experimenta cuando un espacio fue creado para conectar con los sentidos. En México, pocos logran ese equilibrio con tanta naturalidad como Pug Seal.
En 2024, las tres propiedades del sello —Pug Seal Allan Poe y Pug Seal Anatole France, en Polanco, y Pug Seal Oaxaca, en pleno corazón colonial— obtuvieron tres llaves Michelin, el máximo reconocimiento que la prestigiosa guía otorga a la hospitalidad. En octubre de 2025, ese logro fue reafirmado, consolidando a la marca como la única colección hotelera mexicana con todas sus propiedades dentro de la Guía Michelin 2025.

Más allá del mérito, este triple reconocimiento confirma una tendencia que redefine el concepto de lujo: aquel que no depende del exceso, sino de la experiencia emocional, estética y humana.
El lujo que se siente, no que se muestra
Pug Seal impresiona apenas se pone un pie dentro, al menos así me ocurrió en la propiedad de Anatole France durante mi visita en 2019, pues no se encuentra un lobby tradicional, sino una casa reinterpretada, donde cada rincón cuenta una historia. En sus muros hay arte contemporáneo mexicano que dialoga con piezas antiguas, mientras los aromas y la iluminación crean una atmósfera íntima, casi doméstica.

El huésped puede tomar un café veracruzano servido en vajilla artesanal, descansar en un jardín interior que parece detener el tiempo o disfrutar la privacidad que solo una casa hecha con intención puede ofrecer. Así se entiende por qué el sello ha cautivado a la Guía Michelin: porque aquí el lujo no se presume, se vive.
Una década de alma y propósito
Hace diez años, los emprendedores José Manuel Quintana y Sergio Celis apostaron por un modelo que rompía con los clichés del hospedaje de alto nivel. En lugar de construir hoteles impersonales, crearon un proyecto con alma: personas cuidando a personas, donde cada estancia se convierte en un encuentro genuino entre diseño, arte y hospitalidad.

Esa visión se tradujo en una operación sólida y en una propuesta coherente que hoy tiene cimientos firmes y proyección de futuro. Los planes del sello apuntan tanto a nuevas rutas urbanas como a horizontes frente al mar, con experiencias integrales que seguirán explorando esa idea del lujo emocional que define a la marca.
Un lujo con raíces mexicanas
En un panorama global donde los hoteles de lujo tienden a parecerse entre sí, Pug Seal defiende la autenticidad como su mayor atributo. El arte mexicano, la calidez del servicio, los sabores locales y el diseño consciente se entrelazan para ofrecer algo que no se encuentra en los catálogos: una sensación de pertenencia.
En tiempos donde la hospitalidad parece estandarizarse, Pug Seal recuerda que lo verdaderamente valioso es aquello que nos hace sentir en casa, aunque estemos lejos.

