La adopción de inteligencia artificial está transformando el panorama tecnológico global, pero con ella surge una preocupación que crece al mismo ritmo que la innovación: ¿podemos confiar plenamente en los sistemas impulsados por IA?
De acuerdo con el Reporte sobre el Estado de la Observabilidad 2025, elaborado por Dynatrace, la respuesta depende de una disciplina que hasta hace poco era técnica y hoy se vuelve estratégica: la observabilidad. Este concepto —que combina monitoreo, análisis en tiempo real y automatización— se está convirtiendo en la base que permite a las empresas desplegar proyectos de IA de forma confiable, segura y escalable.

Según el estudio, el 100% de los líderes empresariales encuestados ya utiliza la IA en sus operaciones, aunque la mayoría reconoce que aún depende de la intervención humana para validar resultados: el 69% mantiene revisiones manuales antes de tomar decisiones críticas. La principal razón: la falta de confianza y gobernanza en los modelos.
Frente a este panorama, el 70% de las organizaciones aumentó su presupuesto en observabilidad durante el último año, y tres de cada cuatro planean incrementarlo nuevamente en el siguiente ciclo fiscal. El objetivo es claro: garantizar que los sistemas basados en IA sean transparentes, confiables y eficientes.
Los datos del reporte también revelan que las áreas donde la IA genera mayor valor son la detección de anomalías (41%) y la respuesta en tiempo real a riesgos de seguridad (37%). Otros usos destacados incluyen la gestión de datos (57%), la gobernanza de la IA (50%) y las operaciones de seguridad (46%).

Para Alois Reitbauer, Director de Estrategia Tecnológica de Dynatrace, el siguiente paso será crear experiencias nativas de IA, donde las aplicaciones y sistemas no solo integren algoritmos, sino que estén diseñados desde su base con inteligencia artificial. “La observabilidad —explica— se convierte en la inteligencia compartida que permite tomar decisiones más inteligentes y seguras a gran escala”.
El estudio también anticipa que, para 2030, la mitad de las empresas adoptará capacidades de cifrado, evaluación de riesgos y detección de amenazas basadas en IA, consolidando un ecosistema donde la automatización será indispensable para mantener la competitividad.
Más allá de los datos, el mensaje de fondo es claro: la confianza en la IA no se construye con promesas, sino con observabilidad. En la era digital, ver lo que ocurre dentro de los sistemas —y entenderlo— será la verdadera ventaja competitiva.

