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Verónica Forqué: la muerte que reabre (o debería) el debate sobre depresión y ciberbullying

El lunes una de las actrices más emblemáticas del cine español, Verónica Forqué, fue hallada sin vida en su casa de Madrid

Verónica Forqué fue un gran pilar del cine español desde su salto a la fama de mano de Pedro Almodóvar en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? en la que encarnó a la memorable Cristal; desde entonces no paró de trabajar bajo la batuta de Fernando Trueba, Fernando Colomo, Manuel López Pereira, Carlos Saura y muchos más con los que construyó una carrera envidiable.

Además de haber construido una gran trayectoria en teatro, Forqué hizo diversas apariciones en series de televisión, incluidos varios episodios de El Club de la Comedia y recientemente como participante de MasterChef Celebrity.

Hace apenas tres semanas, después de una ausencia por desgaste físico y emocional, finalmente la actriz abandonó voluntariamente el programa y dejó para siempre su delantal, sin imaginar que lo que le esperaba era una batalla más grande que la de la cocina.

Durante su participación fue víctima de comentarios negativos y de odio en redes sociales, especialmente Twitter, que la señalaban de “loca”, “pesada”, “despota” y “maleducada”.

En su último confesionario de MasterChef, Verónica Forqué declaró: “mi cuerpo y el universo me estaban diciendo ‘necesitas parar’”.

Forqué tenía 66 años cuando fue encontrada sin vida por los equipos de emergencia en su casa de Madrid; la Policía Nacional señaló que investiga la muerte como un posible suicidio.

Un historial depresivo

El desgaste que la actriz sufrió y dejó ver en MasterChef, así como los mensajes de odio en su contra en redes sociales reabrieron el debate sobre la importancia del cuidado de la salud mental y el ciberbullying.

En 2016 Verónica Forqué habló abiertamente sobre su vida personal en una entrevista para la revista ¡Hola!, donde declaró que había sufrido una depresión severa que incluso le hizo perder 10 kilos.

También en televisión relató cómo fueron sus días y sobre un intento de suicidio.

Ese momento oscuro comenzó con la separación de su pareja Manuel Iborra y la muerte de su hermano, Álvaro Forqué, en 2014.

“La depresión es una enfermedad horrible, es como si te desenchufaran la batería”, dijo, aunque aseguró en ese momento que esa etapa de su vida había sido superada.

El papel de las redes sociales

Aunque aún no se determina si la causa de su muerte fue suicidio, queda en tela de juicio el papel que juegan las redes sociales en el estado de ánimo de las personas depresivas, especialmente cuando en ellas se vierten mensajes negativos.

Twitter es una de las redes sociales que no tienen filtro ni control sobre las publicaciones y mensajes que ahí emiten, es por ello que además de contenido sexualmente explícito también es un foro en el que se puede atacar libremente a otras personas.

Es por ello que figuras públicas como actores, deportistas, políticos y periodistas, entre otros, son el blanco de ataques e insultos, que van desde simples burlas hasta las amenazas de muerte.

El debate sobre el papel de las redes sociales se ha abierto en diversas ocasiones, pues mientras algunos se han postulado a favor de la libertad de expresión sin miramientos, otros están a favor de que se aplique cierta censura a mensajes que incitan el odio, como lo hace Facebook.

¿Censura?

Por ejemplo, en enero de 2021 Donald Trump alentó abiertamente en su cuenta de twitter a sus seguidores para manifestarse contra un presunto fraude electoral en el que perdió la presidencia ante Joe Biden.

Como consecuencia decenas de sus partidarios asaltaron y tomaron el control del Capitolio de Estados Unidos, causando disturbios por los que tuvo que intervenir la Guardia Nacional, dejando como saldo cuatro personas muertas.

Esto provocó, entre muchas otras cosas, que Twitter suspendiera permanentemente la cuenta de Trump, por presuntamente incitar a actos de violencia y además divulgar “fake news”.

Líderes mundiales como Angela Merkel condenaron el castigo asegurando que con ello se violenta el derecho fundamental a la libertad de expresión.

En México...

En abril de 2019 el músico Armando Vega Gil se quitó la vida en su domicilio en la colonia Narvarte de la Ciudad de México unas horas después de que fuera denunciado por acoso sexual a través del hashtag #MeTooMúsicosMexicanos.

El debate entonces se centró en el anonimato de la denuncia, pues a través de dicho hashtag y de la cuenta @metoomusicosmx cualquier perfil, sin filtros ni severidad para verificar los mensajes, podía señalar a un hombre de ser su victimario.

Algunas personas aseguraron que no se podía culpar a una denuncia anónima por el suicidio de Vega Gil y que la decisión del músico había sido un ‘escape a su responsabilidad como acosador’.

Sin embargo, personas allegadas al también escritor condenaron que denuncias sin sustento ni pruebas en una plataforma como Twitter podían acabar con la vida de una persona.

Entonces ¿Es necesario reabrir este debate?

Inevitablemente el caso de Verónica Forqué volvió a tocar puntos sensibles sobre la depresión y salud mental, así como las afectaciones que las redes sociales tienen sobre las personas que sufren algún transtorno.

El mismo twitter se volvió un canal de comunicación para concientizar sobre la importancia de tomar en serio a estas personas, así como la responsabilidad de quienes emiten mensajes de odio sin medir consecuencias.

Además se ha condenado la forma en que los medios masivos de comunicación aprovechan las debilidades de sus estrellas para mejorar audiencias.

La realidad es que sí se trata de un problema que se debe seguir analizando, no solo por los casos de famosos como Forqué o Vega Gil, sino por las miles de personas en todo el mundo que sufren el mismo ciberbullying y que también se han quitado la vida tras mensajes de odio.

Y aunque las redes sociales no son las responsables persé, se debe hacer conciencia sobre el alcance que cada quien tiene al emitir comentarios negativos, e innecesarios, sobre los demás.

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