Este año de distanciamiento social nos pusimos guapos y escribimos calaveras literarias de autos para la celebración del Día de Muertos.
Mejor aún, porque este año los autos han cobrado protagonismo, con servicios de comida y espectáculos diseñados para este medio de transporte.
Dedicado a todos nuestros lectores petrolheads, este Día de Muertos les dedicamos una dosis de humor, rimas y tradición con gasolina en las venas.
Mustang dorado

Un Mustang mal estacionado
dejó a su dueño con el ojo morado
porque un motociclista enojado
y de fantasma disfrazado
chocó contra el auto dorado
y salió volando hasta el otro lado.

El dueño del auto lo quiso ayudar
tendió su mano para que se pudiera levantar,
pero en lugar de eso lo volvió a tirar
y con un puñetazo el de la moto lo mandó a volar.

Ahí se quedó solo llorando
mientras niños pedían dulces festejando,
hasta que una niña le regaló un helado
y pasó de triste e indignado, ¡a feliz y asombrado!
Tuneando ando

Una noche tenebrosa la invitaron a una fiesta
era de unos bikers, con música y cerveza.
Estaba muy cansada y prefería tomarse una siesta,
pero su amiga para convencerla no la bajaba de fresa.

No quería hacer el oso
así que le pidió ayuda a su esposo.
Tenían que hacer algo diferente
para llamar la atención de la gente.

Un amigo de su marido tenía un auto tuneado,
el sonido del motor sonaba con fiereza.
Así que no dudaron en pedírselo prestado
para llegar a la fiesta con aires de grandeza.

Lo que no se esperaban al llegar a la reunión
es que todos iban disfrazados de personajes de ficción,
el rugido del motor no fue la sensación
y los gritos de un vecino fue su perdición.
Camioneta coqueta

Un Día de Muertos compró su primera camioneta
no era nueva ni de lujo,
pero para él no había una mejor en el planeta.

Decidió salir a manejarla dando un largo paseo
y esperaba que las chicas no lo rechazaran por feo,
pero fue una viejita coqueta la que sin duda se llevó el trofeo.

Primero le dio a probar algunos de sus más ricos quesos,
después le dijo que sólo aceptaría de pago unos buenos besos,
le agarró la mano y la empezó a acariciar
hasta que gritó su hija apenada, «¡mamá, deja de fastidiar!»
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