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Ingenieros de la UNAM trabajan en Ley de Edificación para la CDMX

Los expertos destacaron que los participantes en el proceso de construcción deben considerar que su trabajo es importante para garantizar la seguridad.

Foto: Graciela López | Cuartoscuro

Expertos del Instituto de Ingeniería (II) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollan una Ley de Edificación que establezca cuáles son las responsabilidades de cada uno de los participantes en el proceso de construcción de edificios, el documento se realiza en conjunto con el gobierno de la Ciudad de México.

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Aunque los sismos no se pueden predecir, si los edificios cuentan con buena estructura basada en normas y reglamentos, tendrá buen comportamiento durante uno de estos sucesos, destacó Sergio Alcocer, investigador del II.

“Hemos aprendido, tristemente, que aquellos edificios que tienen grandes huecos, como ocurre en edificios de 8 o 10 pisos, o en esquinas, o que fueron mal construidos, donde no se limpian las juntas constructivas y se golpetean los edificios, sin cuidado a la humedad o en evitar que se corroa el acero de refuerzo, pueden sufrir daños e inclusive colapsar”, explicó.

Además de la ley, se trabaja en un reglamento de construcciones, pues son los documentos que observación obligatoria y que buscan proteger a la sociedad. En ellos se establecen los requisitos mínimos de lo que se debe diseñar ante sismos o viento.

Esa norma dará sustento al reglamento que distribuya de mejor manera las responsabilidades y atribuciones, para que así realicen sus labores de mejor manera, también se incluye el concepto de resiliencia para que en caso de alguna catástrofe los edificios puedan recobrar su funcionalidad básica en poco tiempo.

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“Es un tema de carácter sistémico. De nada nos sirve un hospital que no haya sufrido daños y que pueda permanecer funcionando, si el suministro eléctrico que se le provee es interrumpido o no tiene agua potable; estaríamos fallando en la funcionalidad. Por eso debemos ver la integridad de los sistemas y cómo interactúan bajo el concepto de resiliencia”, agregó.

Sobre las lecciones que dejaron los sismos de hace tres años, consideró que una de ellas es la divulgación del conocimiento, no sólo con los especialistas, sino con todos los participantes en el proceso.

“Tenemos que acercarnos a los albañiles, a los supervisores, a los residentes para que cada uno de ellos entienda cuál es su papel y que sí pueden intervenir favorablemente para reducir un riesgo. Los sismos son imposibles de predecir, pero podemos erradicar daños, mitigar sus efectos, siempre y cuando todos los actores estén conscientes que tienen un papel que jugar”.

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El experto del Instituto de Geofísica, Jaime Urrutia, manifestó que los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017, así como el de 1985 han servido para reflexionar sobre la mitigación de riesgos, prevención y en la importancia de la investigación científica en la materia.

Agregó que los científicos han revisado las deformaciones del terreno en las placas tectónicas en la costa del Pacífico; desde hace tiempo se mantiene colaboración con Japón en la instalación de sismógrafos de fondo mediante el uso de barcos de la UNAM.

“Esto ha permitido contar con estudios de la estructura del fondo que es subducido y entender la sismicidad, sobre todo los sismos de mayor magnitud».

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