Los eventos ocurridos el día 20 de julio en Tláhuac revelaron una problemática que se pensaba inexistente en la Ciudad de México: la operación impune del crimen organizado en la capital del país.
El artículo segundo de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada define el tipo penal como la asociación de tres o más personas que realizan de manera permanente o reiterada algunas conductas delictivas entre las que se contempla la contenida en el artículo 194 del Código Penal Federal, es decir “…comercie o suministre aun gratuitamente (…) narcóticos señalados (…) en la Ley General de Salud”.
Para hablar de crimen organizado basta con observar a más de dos personas asociadas realizando conductas delictivas consideradas graves, y por tanto, los hechos ocurridos en Tláhuac advierten una verdad que debe ser atendida de manera pronta, expedita y con justicia, por las autoridades capitalinas.
La Ciudad de México es la capital del país, concentra los Poderes de la Unión y es el referente de la actividad económica, artística, cultural, científica, financiera, política y de los derechos humanos y libertades de todos los mexicanos, de ahí la gravedad de los hechos acontecidos en Tláhuac; estos son un síntoma de una grave degradación de la procuración de justicia capitalina.
Dada las características socioeconómicas de la ciudad y la coordinación de la fuerza policial distribuidas incluso a nivel manzana ¿Cómo es posible que no se hayan tomado las medidas pertinentes? ¿Acaso no se cuentan con cámaras de vigilancia y un trabajo de inteligencia?
Es evidente que la Ciudad de México debe afrontar la deficiencia que mostró en el marco de la prevención del delito. Debe dejar de negar las actividades organizadas delincuenciales y debió actuar bajo los protocolos establecidos para atacar problemáticas de tal índole. Porque sólo en la medida en que se reconozcan las deficiencias, será posible atender la gravedad de los hechos y hacerles frente.
Esta ciudad cuenta con muchas herramientas, reforcemos la estrategia de seguridad y capacitemos a la fuerza policiaca para una actuación más oportuna.
Para atender un problema se debe reconocer su existencia, realizar un buen diagnóstico, ejercer acciones contundentes y realizar evaluaciones periódicas para tener eficiencia en la solución.
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Hoy, los cárteles no son las únicas asociaciones delincuenciales organizadas, los especialistas también hablan de células de la droga, es decir, operaciones organizadas independientes que trabajan bajo sus propios intereses. Las células potencializan la violencia porque no atienden a órdenes jerárquicos piramidales como ocurre con los cárteles.
En Tláhuac, se presenció una célula del crimen organizado, y es por ello que resulta imperante fortalecer los sistemas de procuración y administración de justicia capitalinos.
Ante la dificultad a la que se enfrenta la procuración y administración de justicia en la Ciudad de México, resulta necesario fortalecer, equipar y capacitar a los cuerpos de seguridad pública, con el objeto de atender una actividad delictiva que supera, por mucho, sus capacidades.¿Los narcobloqueos en Tláhuac revelan que sí opera el crimen organizado en la CDMX?