Recibir un país casi en ruinas no ha de ser cosa fácil. Pedir un presupuesto holgado en arcas que prácticamente están saqueadas, debe ser confrontarse con una realidad dura. Saber que se prometió tanto en campaña y no tener con qué cumplir, definitivamente debe ser un reto a la inteligencia administrativa.
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No obstante, pese a que se puede comprender lo anterior, es necesario rescatar que deberían de rehacerse planteamientos sobre la distribución de recursos que rompan los paradigmas en los dispendios anteriores. Que la prioridad presupuestal esté enfocada en los rubros que son motores para la economía, los avances científicos, el desarrollo humano, la calidad educativa, la infraestructura pendiente de terminar, entre otros rubros. Lamentablemente, no fue así.
El presupuesto se presentó con diferentes ausencias entre las que destacan los programas para combatir la violencia de género o la cultura, por sólo citar ejemplos. Fue la sociedad civil y sus diferentes grupos e integrantes los que tuvieron que entrar a la discusión para hacer notar de la gravedad que representan los egresos e ingresos que no dan valor a lo que importa para el presente y el futuro del país. Cercano a esos debates e incidencias caóticas y a contra tiempo, estuvieron las discrepancias que tuvimos en estados como Nuevo León y Jalisco al no contemplarse proyectos estratégicos que habían sido un compromiso público.
Esto aunado a una Ley de Ingresos que no se sometió al debate y escrutinio en el Senado porque la mayoría no quiso discutir una sola reserva (modificación). Estamos ante un presupuesto que si bien le da lugar a la austeridad deja muchas dudas respecto a clientelismo electoral del que es susceptible -como en anteriores años con otros partidos mayoritarios en el poder del Gobierno Federal- y que al mismo tiempo no dista ser diferente de una visión que poco apuesta por nuevas economías en el contexto global.
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Las facturas a pagar como deudas pendientes se verán conforme al tiempo, lo que sí queda claro es que hasta cierto punto, Ingresos y egresos, siguen siendo altamente conservadores, con muy poco margen para la discusión pública, y muy poco innovadores.
¿Cumplió el Presidente y el Legislativo con la entrega de una visión administrativa de avanzada? No. Excepto por determinados ahorros. ¿Cumplió el Presidente y el Legislativo con una visión que permita cumplir promesas de campaña? Para Nuevo León, no. Habrá que abrir todas las posibilidades a esas respuestas para que cambien las realidades de un país necesitado de que se cumplan las exigencias.