El turismo rural se refiere a la oportunidad de experimentar un encuentro directo con las diferentes formas de vivir de las comunidades rurales; en este tipo de turismo el visitante tiene la oportunidad de formar parte activa de la comunidad. Como subsegmento del turismo rural encontramos el agroturismo, que, según la definición de la Organización Mundial del Turismo (OMT), es la actividad que se realiza en explotaciones agrarias (granjas o plantaciones), donde la comunidad receptora complementa sus ingresos con alguna forma de turismo en la que, por lo general, facilitan alojamiento, comida y oportunidad de familiarización con trabajos agropecuarios.
Los últimos estudios realizados sobre las tendencias de viaje de los turistas mencionan que las principales razones por las cuales eligen un destino son el deseo de vivir como un habitante local, la generación de experiencias y momentos de aprendizaje y la búsqueda de entornos sustentables; con esto podemos confirmar que la mezcla del sector agropecuario y el sector turístico pueden ser una apuesta de éxito para la reactivación del sector económico nacional.
Si analizamos las oportunidades que nuestro país tiene para el desarrollo del agroturismo, podemos comenzar por describir lo que podría considerarse como parte de la oferta agroturística. De acuerdo con el Panorama Agroalimentario 2019, México cuenta con alrededor de 3 mil almacenes agrícolas; mil 175 centros de sacrificio animal; 90 puntos de venta de alimentos al mayoreo; 66 puertos pesqueros y 3 mil 588 presas para riego agrícola, de las cuales mil 888 son presas exclusivas de uso agrícola. Esto, gracias al uso de 24.6 millones de hectáreas para la agricultura, 109.8 millones de hectáreas para la ganadería, 11 mil km de litoral para pesca y 125 mil hectáreas para acuacultura.
Estas cifras permiten la participación de 5.9 millones de personas en la preparación y cosecha de la tierra, 841 mil personas en la alimentación y cuidado del hato ganadero y 168 mil personas en la captura y crianza de pescados y mariscos.
Por otro lado, tenemos la demanda turística, la cual estuvo representada durante 2019 por la llegada de alrededor de 45 millones de turistas internacionales, mientras que el movimiento de turistas nacionales fue de alrededor de 62 millones.
Los datos antes mencionados revelan la capacidad de México para ofertar espacios para el agroturismo, así como un flujo de turistas interesado en estas nuevas alternativas. Un ejemplo de destino para el desarrollo del agroturismo es el estado de Michoacán, que a través de la Ruta del Mezcal permite que el turista viva la experiencia e interacción con las comunidades mezcaleras, las fábricas o vinatas, así como el proceso que realizan desde el corte del maguey hasta su destilación.
Otro claro ejemplo es el estado de Baja California, que produce el 90% del vino mexicano, lo que ha permito desarrollar la famosa Ruta del Vino, durante la cual se realizan visitas a las casas vinícolas más representativas de la región.
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Si bien es cierto que el desarrollo de este segmento requiere del involucramiento de varios actores, también es cierto que, con el interés y la reglamentación adecuada, se puede lograr el reto. La estrategia comienza con el esfuerzo, la coordinación, la supervisión y la sinergia de los actores involucrados en ambos sectores económicos, una planificación y preparación de las comunidades receptoras y un adecuado programa de difusión inicialmente para el turista doméstico.
Lo importante sería desarrollar acciones basadas en los criterios siguientes:
- Capacitar constantemente a los actores.
- Planificar de manera consciente el flujo de turistas en las comunidades receptoras.
- Regular la actividad con enfoque y supervisión.
- Desarrollar beneficios equitativos.
- Asegurar el uso equilibrado de la superficie y los recursos.