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México dejó pasar una oportunidad histórica para atender derechos de las mujeres

Entre los pendientes y retos de México para garantizar los derechos de las mujeres, se encuentra la atención a feminicidios y a desapariciones

CIUDAD DE MÉXICO, 07MARZO2023.-Laura Esquivel, secretaria nacional de Promoción Política a la Mujer del CEN del PAN; Kenia López y Xóchitl Gálvez, senadoras panistas; Cecilia Patrón, diputada y secretaria general del PAN, y legisladoras del PAN, se manifestaron al exterior de Palacio Nacional para exigir al gobierno federal la erradicación de la violencia en contra de las mujeres. 
FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM
8M. Legisladoras del PAN se manifestaron al exterior de Palacio Nacional para exigir al gobierno federal la erradicación de la violencia en contra de las mujeres. (Cuartoscuro /Mario Jasso)

Como nunca antes, los movimientos feministas ha tenido en los últimos años capacidad e influencia para llevar temas a la arena pública, sin embargo, ésta oportunidad ha sido desaprovechada por las autoridades actuales y previas, tanto en México como en el resto del mundo, consideran especialistas consultados por Publimetro.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, existen aún grandes temas pendientes y retos por superar, los cuales no podrán cumplirse durante la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador y tendrán que ser prioritarios para los próximos gobiernos que tenga el país.

“Debemos empezar por plantear que es una administración que ha desperdiciado una gran oportunidad, que es el incremento de atención sobre las causas y las reivindicaciones de las mujeres”, explicó en entrevista con Publimetro, María Teresa Martínez, profesora Investigadora en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey, Campus Monterrey.

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“Como nunca antes -y eso no es de México solamente, ni tampoco de esta administración, sino en el mundo- los movimientos feministas están teniendo capacidad e influencia para llevar temas a la arena pública. Era una oportunidad valiosísima para este gobierno (y para otros gobiernos en el mundo) para convertir esas agendas y esas reivindicaciones en una serie de medidas, diagnósticos y posturas, algo que además deberíamos esperar de un gobierno que se definió, durante tantos años, como un gobierno de izquierda”, puntualizó Martínez.

Para la especialista, hubo un contexto internacional “de alguna manera favorable” para que se tomen decisiones, y “no solo se ha desperdiciado la oportunidad de hacer de las diferentes agendas feministas un planteamiento propio, sino que, han tomado la postura contraria y [han pasado] más bien hacer ataques frontales, tanto en narrativa, en términos de ataques verbales, como en decisiones de política pública que -de alguna manera- disminuyen las posibilidades de eventualmente atender la agenda feminista o facilitar el espacio para que cerremos ciertas brechas”.

3 PREGUNTAS CON

María Teresa Martínez Trujillo, profesora Investigadora en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en el Campus Monterrey.

María Teresa Martínez Trujillo, profesora Investigadora en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en el Campus Monterrey.
En entrevista con: María Teresa Martínez Trujillo, profesora Investigadora en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en el Campus Monterrey. (Cortesía )

¿Cuáles consideraría que son los principales temas de estas agendas que quedaron sin atención?

Hay fragilidades importantes prácticamente en todas las arenas, desde políticas que se fueron desmantelando, hasta cosas que tienen que ver con presupuesto.

Por supuesto, podemos regresar una y mil veces a lo que tuvo que ver con toda el área de cuidados. En el momento en que se desmantelan los espacios de cuidado para niños, por ejemplo, que de alguna manera se quitan básicamente las guarderías, este tipo de cosas lo que hacen es que esa responsabilidad regrese a las cuidadoras principales, que son las mujeres, ya sea en su versión madre o en su versión abuelas.

De hecho, recordarán lo dicho por el propio presidente, de que las abuelitas cuiden a los nietos. Eso no es otra cosa más que preservar y reafirmar uno de los mandatos de género más complicados para las mujeres, que es el de las cuidadoras. Es un mandato histórico y normalmente no es pagado, no recibe remuneración.

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Además, en los espacios laborales no ha habido ni discusión ni medidas específicas para cerrar brechas salariales. No nada más en los espacios públicos, sino en la regulación de trabajos en términos privados.

¿Cuáles son los retos que se tienen que atender con urgencia en este tema?

Me parece que ahí tienen el gran tema, la gran complicación, tanto para esta administración como para las venideras. Van a pasar varias administraciones antes de que podamos hablar de que algo empieza a ser un alivio en esos temas.

Esto tiene que ver con las violencias -en plural- contra las mujeres y todas sus derivaciones. Desde hablar de las violencias domésticas, donde hay estados en los que se tiene ese problema como un tema centralísimo, pero que también entraña otras formas de violencia.

La feminización de las desapariciones es un problema severo. Cada vez desaparecen más mujeres, aunque siguen estadísticamente desapareciendo más hombres que mujeres. Siguen siendo proporcionalmente más los hombres, pero cada vez hay más mujeres que desaparecen y -desde luego- los feminicidios.

Ese es un problema centralísimo que, de alguna manera, interpela a una autoridad que -hasta ahora- se ha mostrado incapaz, primero de entender las múltiples causas detrás de un feminicidio. No podemos seguir pensando que todo es causa exclusiva de eso que genéricamente llamamos “crimen organizado”, que quién sabe qué es ya a estas alturas.

Hay muchos factores que pueden explicar un feminicidio y las autoridades, creo que no atinan ni a entenderlo ni explicarlo, y eso es necesario para poder prevenirlo.

Pero, una vez que ya ha ocurrido el feminicidio, hay pocas capacidades institucionales para investigarlo, para atender a las víctimas indirectas (o bien a los huérfanos del feminicidio), para atender a las mujeres sobrevivientes de una tentativa de feminicidio. Hay poca capacidad para poder gestionar toda la victimización de larga duración que queda después de lo que hay alrededor de un feminicidio. Y para posteriormente poder generar algún tipo de política de memoria, de garantía de no repetición, aún estamos a años luz de todo eso.

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Aunado a ello están otras características que tienen que ver con profundizar la violencia contra las mujeres. Hablamos poco sobre los efectos que mayores niveles de militarización y de políticas punitivitas pueden tener contra las mujeres.

También se nota, por ejemplo, la falta de acceso de mujeres a ciertos puestos en el diseño de políticas de seguridad. Se nota que las políticas de seguridad siguen siendo muy masculinas, muy de ‘mano dura’. Sin alternativas, por ejemplo, a partir de perspectivas muchísimo más orientadas a romper esos mandatos de género y por otro lado, desde luego que tampoco dimensionamos si la violencia de la que pueden ser víctimas las mujeres a partir de las agencias de seguridad y de justicia se incrementan aún más porque tenemos estos perfiles muchísimo más masculinizantes.

¿Qué mensajes deben atender las autoridades este 8 de marzo?

Hablar de la variedad de pendientes hace que nos demos cuenta que hay un montón de reivindicaciones, de movimientos y de consideraciones que están teniendo espacio en la arena pública. En todo caso, nos interesa darle voz a esas reivindicaciones. Aceptar esa diversidad ya me parece -de entrada- que ha sido un logro de los movimientos feministas en plural y de las colectivas en particular.

Vamos a marchar el 8 de marzo, pero no nos para la boca del resto del año y eso es muy bueno. Que haya todo el tiempo discusiones, foros, eventos, declaraciones pero con reivindicaciones constantes y explícitas.

Eso tendría que ser suficiente para interpelar a las autoridades, que deben de tener cada vez más costos por tratar de evadir ese tipo de agendas, o relativizarlas, o ponernos a unas en contra de las otras.

Hace poco escuchaba las declaraciones de Claudia Sheinbaum sobre calificar de “racistas” a aquellas mujeres que no quieren que se instale, en donde era la Glorieta de Colón, la figura de una mujer indígena, porque esto sería ir en contra del antimonumento de las mujeres que luchan.

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Me parece muy interesante el intento del Gobierno de la Ciudad de México de frasearlo como un conflicto entre dos grupos de mujeres que no se ponen de acuerdo porque, -ya saben- “las mujeres somos un desastre que nunca nos ponemos de acuerdo” y este gobierno que lo que está tratando es arbitrar ese ese conflicto.

Creo que eso es un tema en el que el Estado va a tener que poner mucha atención. Le va a ser cada vez más costoso descalificar o desdeñar la reivindicaciones de las mujeres. En términos del tema que a mí me interesa -que es violencia, en particular- tienen una bomba de tiempo que ya les explotó y que les sigue explotando, en lo relativo a desapariciones, a feminicidios y en lo relativo a todas las violencias constantes en poblaciones específicas, que están invisibilizadas particularmente las niñas.

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