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El Ejército discrimina a militares por tener VIH

Médicos militares con VIH tienen miedo de ser discriminados por sus pacientes

Cuando informó a su superior que tenía VIH, a Gonzalo Flores Tecalco lo humillaron llamándolo “puto” y “sidoso”.

Su coronel puso dos veces un arma ante él para que se matara y le ahorrara a sus padres el sufrimiento de tener un hijo con el virus de VIH.

Martínez, médico militar, fue diagnosticado con VIH cuando acababa de graduarse. Sin embargo, no ha podido desempeñarse, pues debido a las leyes militares, no puede dar consultas médicas y menos realizar procedimientos quirúrgicos.

Tanto Martínez como Flores Tecalco son parte de los 969 elementos de las Fuerzas Armadas que tienen sida: 813 en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y 156 en la Marina (Semar), según datos oficiales. La Guardia Nacional reporta 16 casos, todos con atención médica.

El médico militar cuenta que para el Ejército es necesario contar con “buena salud” pero debido a su diagnóstico fue removido de sus labores médicas para realizar trabajos administrativos. “Una prisión” que, dice, le genera estrés laboral y más depresión.

En 2007, la Corte ordenó a las Fuerzas Armadas no dar de baja a militares por tener VIH.

Sin embargo, los uniformados que tienen VIH han sido reubicados a labores administrativas.

La Sedena respondió que la decisión es para hacer valer el derecho a la protección de la salud según el artículo 4 constitucional.

El primer caso de VIH en el Ejército Mexicano se detectó en 1989, y 32 años después, tener VIH en las Fuerzas Armadas aún es un estigma.

Aunque el médico militar Martínez cuente con toda la protección como guantes, gorro, lentes, traje quirúrgico y doble cubrebocas, no puede revisar a enfermos porque, afirma, “el temor de un paciente que se queje de que fue atendido por alguien que padece VIH puede conllevar a una problemática social”.

Al igual que Martínez, el soldado Flores Tecalco, quien es indetectable, fue removido de sus labores dentro de la Fuerza Aérea Mexicana para realizar trabajos de oficina.

Lo humillaban diciéndole “marica” y “sidoso”. Lo relegaron de soldado de transmisiones a oficinista.

En 2015 le pidieron que se alistara porque posiblemente un huracán tocaría tierra en Guerrero y podrían implementar el Plan DN-III.

Aunque pudiera y quisiera, no debía salir porque era vulnerable y estaba descartado para operaciones.

Él cuenta: “Se voltea un sargento y me dice: ‘Eso a ti te pasó por puto, que te gusta la verga y ojalá ya te mueras para que dejes de estar estorbando’”.Flores Tecalco acudió a la CNDH, pero fue arrestado “por no dar parte por los conductos regulares”.

“En eso, el coronel empezó a tratarme de una manera más grosera. Hablaba conmigo a solas en su despacho y me decía que por qué no me moría, por qué no le ahorraba yo a mis padres el sufrimiento de que algún día me tenían que estar cuidando cuando yo me podía matar de una vez”.

Flores Tecalco espera que le ofrezcan una disculpa. Además, confiesa, ha intentado atentar contra su vida.

Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de ¡Exprésate! en América Latina.

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