Los padres siempre han alertado a sus hijos de los peligros que aguardan fuera de casa con advertencias sobre aceptar regalos, como caramelos, de desconocidos, pero los riesgos del mundo digital no siempre se conocen o se acaban subestimando, lo que puede repercutir en el uso que los niños hacen de los videojuegos en línea o de la tableta con la que estudian.
El 69.5% de los menores de 10 a 15 años tiene un teléfono móvil, un dato que supera el 80% a partir de los 13 años, según se desprende de la encuesta ‘Equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares en España 2020’, del Instituto Nacional de Estadística.
El acceso a Internet y a otros dispositivos electrónicos también es amplio en dicha franja de edad: según la encuesta, en los últimos tres meses el 91.4% había usado un ordenador y el 94.5% había navegador por la Red.
Estos datos muestran que los niños de hoy en día tienen acceso a dispositivos electrónicos como los teléfonos inteligentes, las tabletas y los ordenadores «desde su primera infancia», y por ello «perciben el espacio digital como algo natural y familiar, similar a dar un paseo», apuntó la directora de Comunicación de Kaspersky Iberia, Vanessa González, con motivo de la publicación del último estudio de la compañía.
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González defiende que «de la misma manera que desde la infancia se enseña a los niños a no comunicarse con extraños o a no ir a lugares desconocidos, el espacio digital también tiene sus propias reglas de comportamiento seguro», una idea que reitera en declaraciones a Europa Press el director de preventa de Kaspersky Iberia, Luis Javier Suárez.
«Al igual que el mundo físico, la actividad ‘online’ de los pequeños necesita también supervisión», afirma Suárez. Como explica, «se trata de que no desarrollen malas costumbres, como jugar demasiado tiempo a videojuegos o estar pegados a la pantalla todo el día», pero también de evitar que acaben consumiendo contenido inadecuado.
Con él coincide la portavoz de Google España Katherine Vargas, quien entiende que «es muy necesario que los niños desarrollen buenos hábitos digitales para navegar de forma segura, respetuosa y responsable». Y añade que «muchas veces las herramientas por sí mismas no son suficientes y deberían ser un complemento a la formación en competencias digitales».
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ALCANZAR UN ENTENDIMIENTO COMÚN
Conocidos son los casos de menores que han accedido al móvil de sus padres aprovechando algún descuido para descargar aplicaciones que han resultado ser de pago, o que han querido mejorar sus personajes y equipos en juegos como FIFA gastado importantes sumas de dinero en contenidos de personalización, generalmente aleatorios. También los que niños y adolescentes no pueden dejar de ver un vídeo de TikTok tras otro.
Los padres y la familia se ven como los principales responsables de regular el comportamiento de los niños en el espacio digital, como se desprende de la última encuesta de Kaspersky.
Las herramientas de control parental permiten gestionar el uso que los menores hacen tanto de los servicios de Internet, como redes sociales o videojuegos en línea, como de los dispositivos con los que se conectan. Con ajustes para limitar el tiempo de uso, restringir el acceso a determinados sitios, bloquear contenidos no aptos, descargas de archivos y transferencias, o posibilitar la localización por GPS.
En general, los padres ven útiles las herramientas que «limitan el uso de Internet y fijan una hora de dormir para los dispositivos» así como aquellas con las que «los padres pueden bloquear el dispositivo de forma remota», como apunta Vargas, pero también las que usan la localización GPS, porque «aporta mucha seguridad en la medida en que permite encontrar la ubicación del pequeño en tiempo real», añade Suárez.
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Los padres que ejercen un control más exhaustivo también monitorizan el historial de navegación en caso de que se use un dispositivo compartido por la familia, las cuentas de redes sociales o incluso se puede llegar a revisar de forma manual el móvil o la tableta. Pero esto puede llevar a «una pérdida de confianza con el menor al percibirlo como una intrusión a su intimidad», advierte el directivo de Kaspersky.
«Lo más adecuado es encontrar un punto intermedio para mantener a los niños seguros en Internet, que permita que los padres no traspasen los límites de su privacidad o arruinen su diversión», asegura. Una forma de conseguirlo es mediante la comunicación.
En este sentido, Suárez subraya que «es importante hablar con los menores de la instalación del control parental y explicarles las razones para que lo entiendan», ya que con ello se podrá llegar a «un entendimiento común» y a que «se respeten los límites, manteniendo, al mismo tiempo, una sensación de libertad».
Según el estudio de Kaspersky, la mayoría (90%) de los padres ha hablado de normas de comportamiento ‘online’ y de la etiqueta digital con sus hijos, si bien el uso de controles parentales (48%) y la comprobación del historial de navegación (45%) aparecen como formas adicionales de supervisión de la actividad ‘online’ de los menores.
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«NO HAY DOS FAMILIAS IGUALES»
Aunque en la actualidad hay una amplia oferta de herramientas, como Family Link de Google, Safe Kids de Kaspersky o la aplicación Xbox Family de Microsoft, y recursos informativos y formativos como los que se ofrecen desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), no siempre ha sido así, y la falta de conocimiento de los padres ha guiado la experiencia de los menores, si bien todavía el 67 por ciento reconoce que desconoce las prácticas que tienen sus hijos mientras utilizan sus teléfonos móviles.
«Nosotros, como compañía tecnológica, tenemos el deber de facilitar todas las herramientas posibles y crear entornos seguros para que padres y madres puedan determinar cuándo, cómo, y por cuánto tiempo pueden acceder sus hijos a los dispositivos y aplicaciones tecnológicas», ha expuesto la portavoz de Google.
Desde Microsoft, también destacan esta personalización de la experiencia. «Proporcionamos configuraciones familiares para juegos que ayudan a los padres a elegir el contenido, la comunicación y las configuraciones para compartir que son adecuadas para sus familias», ha indicado un portavoz a Europa Press.
Esto es, «no hay dos familias iguales» y «sus necesidades cambian al mismo ritmo que ellas», explica Vargas. Una idea que comparte el directivo de Kaspersy, quien concluye que «a medida que evoluciona la tecnología y las costumbres sociales, también lo deben hacer este tipo de herramientas».