La discusión en torno a las pensiones en México ha ganado relevancia después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que presentará una iniciativa de reforma con el objetivo de asegurar una vejez digna para las nuevas generaciones.
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En ese sentido, la mala noticia es para quienes nacieron después de 1980, pues la perspectiva de contar con una pensión para su retiro no es la misma que experimentaron sus padres o abuelos.
La modificación a la Ley del Seguro Social en 1997, durante el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), transformó el sistema de pensiones manejado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Este cambio llevó a la creación de cuentas individuales para los trabajadores, controladas por las Administradoras de Fondos para el Retiro, las famosas Afores.
Este cambio se debió a que la población mexicana comenzó a experimentar un envejecimiento considerable, lo que hizo inevitable la necesidad de ajustar el sistema de pensiones existente. Inicialmente, el plan de pensiones se basaba en un modelo cíclico de sustento, ya que la esperanza de vida no era tan prolongada como en la actualidad, y los trabajadores jóvenes podían respaldar a los pensionados.
No obstante, con el aumento de la longevidad de la población y el cambio hacia el emprendimiento o empleo informal, los recursos disponibles para sufragar las pensiones disminuyeron, generando la necesidad de buscar un nuevo enfoque para evitar una crisis financiera.
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De esta manera, con el objetivo de aligerar la carga del IMSS, que originalmente gestionaba las pensiones, se crearon las Afores mediante la Ley del Seguro Social. Con este nuevo plan, las pensiones dejaron de ser colectivas, y los trabajadores asumieron la responsabilidad de realizar ahorros individuales. Por esta razón, las generaciones millennials (nacidos entre 1981-1996) y centennials (nacidos entre el 2000 y 2015) no estarán cubiertas por un sistema de pensiones.