El uso de armas químicas durante la guerra es la razón esgrimida por EE. UU. para sancionar a Sudán, poniendo de relieve la magnitud de las atrocidades cometidas. Mientras, el país africano tiene nuevo primer ministro.Estados Unidos impondrá nuevas sanciones al líder de facto de Sudán, el general Abdel-Fattah Burhan, quien lidera a las Fuerzas Armadas. Según un comunicado emitido el jueves 22 de mayo por el Departamento de Estado en Washington, las tropas regulares están en la mira por haber utilizado armas químicas en 2024 contra su rival, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
En enero, el periódico The New York Times informó de que el Ejército sudanés había atacado dos veces a milicianos de las FAR con gas cloro, que está prohibido según el derecho internacional. Sin embargo, ni el artículo ni el comunicado del Departamento de Estado ofrecieron detalles sobre dónde, cuándo y cómo se habrían utilizado las presuntas armas químicas.
Las sanciones, que entrarán en vigor el 6 de junio, incluyen restricciones a las exportaciones estadounidenses a Sudán, además del bloqueo al acceso a las líneas de crédito del gobierno estadounidense.
Poco comercio y una ayuda humanitaria suspendida
Según la Oficina del Representante Comercial, Estados Unidos exportó a Sudán bienes por un valor de 56,6 millones de euros en 2024, un ligero aumento en comparación con las cifras de 2023. En tanto, los datos oficiales indican que la Oficina de Asistencia Exterior otorgó al país africano 790 millones de dólares, de los cuales 750 millones se asignaron como ayuda humanitaria.
Sin embargo, el gobierno estadounidense de Donald Trump ya recortó el gasto en ayuda exterior a Sudán (y otros países) a comienzos de este año, lo que limita el impacto de las nuevas sanciones. A su vez, dado que el conjunto de estas sanciones se centra en la economía y la asistencia, seguramente agravará la situación de los civiles, ya sumidos en una de las peores crisis humanitarias y de desplazados del mundo.
Según datos de Naciones Unidas, más de 13 millones de personas han sido desplazadas y gran parte de la población está al borde de la hambruna. ONU Mujeres también advirtió que mujeres y niñas sudanesas constituyen la mayor parte de los desplazados y, además, sufren violencia sexual.
Debido a que los combates siguen en curso, es imposible determinar la cifra exacta de muertos, pero se estima que han perdido la vida unas 150.000 personas.
¿Sirven para algo estas sanciones?
No es la primera vez que las partes en conflicto en Sudán reciben este tipo de castigos, que no han logrado detener ni alterar el curso de la guerra. En enero, el gobierno saliente de Estados Unidos, presidido por el demócrata Joe Biden, impuso sanciones generales a los beligerantes.
Primero, las FAR, lideradas por el general Mohammed Dagalo, conocido popularmente como Hemedti, fue sancionado tras haber sido acusado de cometer genocidio y graves violaciones a los derechos humanos. Una semana más tarde, Washington impuso sanciones a las fuerzas armadas sudanesas, bajo el mando del general Abdel-Fattah Burhan, quien fue acusado de cometer crímenes de guerra.
"Ni siquiera la creciente atención internacional a las campañas genocidas de las FAR tuvo un efecto tangible", dice a DW Hager Ali, investigador del think tank alemán GIGA. Por ello, el experto duda de que las nuevas sanciones sirvan para frenar el conflicto. "Debemos asumir que ambas facciones ya se han adaptado a las sanciones", sostiene.
¿Regreso al gobierno de transición?
Mientras, el país sigue corriendo el peligro de dividirse en dos estados. En marzo, las FAR firmaron una documento para establecer un "gobierno de paz y unidad" en Darfur, y junto a sus aliados, incorporar a él regiones del sur de Sudán. Al mismo tiempo, las fuerzas armadas anunciaron su hoja de ruta para la paz para las zonas bajo su control en el centro, norte y este.
También en marzo, elEjército sudanés recuperó la capital, Jartum, y dos meses más tarde el portavoz de las fuerzas regulares, Nabil Abdallah, declaró que todo el estado donde se encuentra la capital estaba libre de rebeldes. Ese anuncio ocurrió apenas 24 horas después de que el general Burhan nombrara al diplomático Kamil al-Taib Idris como nuevo primer ministro. Su principal tarea ahora es formar el gobierno de transición.
"Desde la llamada liberación de Jartum hace dos meses, las fuerzas armadas han estado pensando en cómo demostrar su capacidad para gobernar y consolidar el control sobre Sudán central", dice a DW Hamid Khalafallah, un analista político sudanés. "Las fuerzas armadas quieren mantener esta fachada tecnocrática para ganar credibilidad y legitimidad ante la comunidad internacional. El nuevo primer ministro será solo un títere de los militares", añade.
Mientras tanto, la Liga Árabe -un grupo de 22 países- y la Unión Africana -un organismo continental de 55 estados- han acogido con satisfacción el nombramiento de Kamil al-Taib Idris como "un importante paso rumbo a la restauración del trabajo de las instituciones civiles" y "hacia una gobernanza inclusiva".
El analista sudanés Mohamed Abdelaziz, empero, se toma el nombramiento de forma menos entusiasta. "No debemos olvidar que ambos bandos de esta guerra son los que perturbaron la transición democrática civil de Sudán", señala
(dzc/lgc)