Los asesinan sicarios y roban sus cuerpos

En memoria de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora

Despertar y saber que dos sacerdotes jesuitas fueron asesinados por criminales y que éstos a su vez se llevaron sus cuerpos, no tiene nombre.

La noticia de los hermanos jesuitas es verdaderamente lamentable, no basta con dar pormenores del asesinato por la mañana, a México le urge una verdadera estrategia de seguridad, los abrazos no balazos no funcionan, nunca han funcionado.

En un mensaje de uno de los sacerdotes jesuitas más queridos y respetados en la sierra de Chihuahua, conocido con cariño como Pato Ávila, da el sobrenombre del asesino, por si la autoridad federal todavía no se ha enterado, argumentando que con dolor da a conocer la noticia, “lo tuve que callar porque había amenazas sobre la comunidad”.

El crimen organizado ya le tomó la mano y el pie al gobierno federal, el Estado de derecho está rebasado, las y los ciudadanos están atemorizados, nadie vive en paz.

Las madres buscandoras no hay un solo día en que no encuentren osamentas, los rostros de los desaparecidos están en las paredes de las calles, en cada red social.

Hemos llegado a más de 120 mil homicidios en lo que van del sexenio, por encima de los gobiernos anteriores. El mes de mayo es el más violento en lo que va del año, 2 mil 910 víctimas de homicidios y feminicidios.

Las lesiones dolosas con arma de fuego y arma blanca registraron el mes pasado 18 mil 201 víctimas, la cifra más alta desde 2015.

Los cárteles se hacen cada día de más territorios, se fortalecen más, se alian entre ellos para desestabilizar un estado, un municipio, una localidad. Son los que definen, en algunos casos, a los gobernantes, poniendo en riesgo nuestra democracia, a la libertad que nos da la Constitución de votar y ser votados.

¿Qué falta para que el gobierno federal reaccione?, ¿A qué juega el gobierno con una estrategia de brazos cruzados?, ¿Por qué la omisión? Son preguntas que quizá nunca sabremos.

Los cierto es que hoy los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora ya no están con vida, se llevaron sus cuerpos, nadie sabe de ellos. Trabajaban en la comunidad tarahumara Cerocahui, Chihuahua, allí donde también la delincuencia organizada tiene el pie encima de su población.

Me uno a la pena que embarga la comunidad jesuita y a la exigencia de justicia, pero sobre todo, a la petición urgente de que sean entregados los cuerpos de los sacerdotes.

Como dijo monseñor Óscar Arnulfo Romero: “Hacemos un llamado a la cordura y a la reflexión. Nuestro país no puede seguir así. Hay que superar la indiferencia entre muchos que se colocan como meros espectadores ante la terrible situación”.

Mi abrazo más solidario a la comunidad jesuita, y a todas aquellas familias que día con día frente a la violencia, el crimen y el terror pierden a algunos de sus seres queridos. Esto debe parar.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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