Opinión

La era del mesoproterozoico

Carlos Luján - Europa Press - Archivo

En la entrega de los premios Oscar de 2005, una de las canciones nominadas era “Al otro lado del río”, que formaba parte de la película “Diarios de Motocicleta”. Los organizadores del evento decidieron incluirla como acto, pero como su autor no era muy conocido para el público estadounidense, eligieron a Antonio Banderas para que la interpretara en el escenario.

Cuando llegó el momento de la premiación, resultó la ganadora y su autor, en vez de dar un discurso de agradecimiento, decidió cantar el tema a capella, como una especie de revancha para los organizadores. Ese joven uruguayo, ganador del premio más importante del cine, era Jorge Drexler.

He podido platicar con Jorge varias veces, algunas veces en lugares insospechados. Un hombre sensible, divertido, pero sobre todo agradecido. La primera vez que vino a México fue en una librería en donde ofreció un recital para apenas para 22 personas.

“Mi relación con México ha sido lenta, primero para veinte personas, luego 100, 300 y ahora para 10 mil personas en el Auditorio Nacional. Nunca había tenido un público tan grande y el desafío es crear un momento de intimidad con ellos” me dijo.

Para Jorge lo importante es honrar al presente, “y a todas las personas que hacen un esfuerzo por comprar un boleto, lo cual es una bendición, sobre todo para países cuya economía no es boyante, como la nuestra”.

“Tinta y Tiempo”, su último material, nació en la pandemia. Jorge me decía que comenzó a escribir sobre lo que vivimos en aquellos días, pero que después se dio cuenta de que no quería llevarse ese sentimiento, esa energía negativa a sus conciertos.

Así que comenzó a escribir sobre las cosas que uno echaba de menos y que revalorizamos. “Uno no escribe sobre lo que debe, sino sobre lo que puede”, me dijo con bastante simpatía.

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El origen de sus influencias musicales es todo un mosaico: su padre alemán, que escapó de Europa perseguido y que entró a Uruguay como inmigrante, le heredó el gusto por el jazz, los Beatles y la música clásica.

Su madre lo introdujo al mundo del folclor. Esta amalgama de sonidos dio como resultado una voz comprometida con su realidad latinoamericana, pero rica en sonidos del mundo.

Para él “no hay una canción mejor que otras. Que premien tus canciones son cosas que se agradecen, pero no te hace mejor o peor escritor de canciones. Todo es subjetivo”.

Jorge Drexler es un narrador con una imaginación increíble que toma elementos de todas partes para entregarnos letras bellísimas.

Y como muestra quiero contarles un momento que me dejó muy impresionado: su concierto en el Auditorio comenzó con el recinto a oscuras, con la voz de su prima contándole cómo las células, al principio de la evolución, decidieron crear vida en vez de dividirse. Y que los dinosaurios decidieron cuidar y proteger a sus hijos, porque eso nos favorecía.

“Para mí es muy impresionante” dice la voz, “que el amor haya evolucionado y haya triunfado en medio del mesoproterozoico… es como poesía […] pero ¿a quién se le ocurriría escribir una canción con la palabra mesoproterozoico?”.

A Drexler. Esa canción se llama “El amor es el plan maestro”. Y créanme que es una de las letras más emotivas que he escuchado.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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