La feria más importante turísticamente hablando para nuestro país comienza este fin de semana, una edición más del Tianguis Turístico de México albergado en la capital del país.
Por primera vez este foro se lleva a cabo en la Ciudad de México y hay mucha expectativa con relación a su organización y desarrollo, sobre todo cuando la coyuntura turística de nuestro país está en un momento donde no cerrar en pandemia nos catapultó en cuanto a recepción de visitantes internacionales y, por otro lado, la inversión en promoción turística se redujo a cero desde el gobierno federal.
El turismo es un negocio de privados, donde los gobiernos facilitan mediante políticas públicas e inversión en infraestructura que las inversiones privadas lleguen y desarrollen productos y destinos, históricamente los Tianguis Turísticos de México han sido foros donde la política está por encima del negocio, que debiera ser el objeto principal.
El presidente de la república suele inaugurar estos Tianguis, cosa que no está mal salvo por el gran movimiento burocrático y de seguridad que se desarrolla, como si el eje del turismo fuese el ejecutivo federal y no los compradores que asisten al Tianguis Turístico. Eso no es de ahora o de esta administración, es un mal heredado.
El turismo en México debe privilegiarse en los Tianguis Turísticos, es decir, los negocios —más no las citas de negocios—, en otro orden de ideas: el resultado positivo de un evento de esta envergadura radica en la derrama económica para los destinos y los negocios que se hagan a partir de estas reuniones, no son las citas logradas un objetivo cumplido o un sistema de medición que diga si fue o no exitoso un Tianguis.
Los estados han cobrado relevancia tras el nulo aporte federal a la promoción, es decir, cada entidad y sus destinos han tenido que invertir en todos los rubros para posicionar y desarrollar sus productos turísticos, hay secretarios técnicos que entienden perfectamente el motor de la industria.
Hay algunos amantes del reflector que en cada comunicado ponen su nombre y fotografía como producto del ego político mal entendido, hay otros que ni siquiera entienden la industria y sus necesidades, pero así con ensayo y error, han logrado las entidades —unas más otras menos— sortear la crisis de la pandemia y la falta de recursos federales para promoción turística.
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Ahora bien, ¿hacia dónde deben enfocarse los esfuerzos?, hacia acciones y mercados claves y estratégicos, no en dispendios mal organizados como el vuelo inaugural de Aeroméxico a Tepic, donde el estado de Nayarit tuvo que pagar un charter para trasladar a los invitados de Toluca a Tepic, por no comprar o negociar a tiempo los espacios con la propia línea aérea.
La promoción nacional e internacional es fundamental para los destinos turísticos, así como el manejo conjunto con las autoridades competentes de temas de seguridad, con transparencia y controles efectivos de crisis.
El Tren Maya, el AIFA y el Pescado de Moctezuma no salvarán ni desarrollarán al turismo en nuestro país, ninguno de ellos son siquiera un producto turístico, se trata de elementos que con una buena planeación e inversión, pueden formar parte de un exitoso producto ancla, como los que tanto se han presumido en México.
El hotelero, el operador mayorista, el agente de viajes, el restaurantero, la línea aérea, el transportista receptivo y demás pequeñas y grandes empresas de la industria, tienen que ver los resultados en sus ventas para declarar un éxito un Tianguis Turístico y, el desarrollo turístico en general de un país como México.
Sí, tenemos una inercia que nos favorece, hay que seguir aprovechándola y fortalecer los esfuerzos estatales y sobre todo, de la iniciativa privada, que ha sido el principal motor de esta industria en los últimos años, pandemia incluida.
Esperemos que en este Tianguis Turístico se privilegie hacer negocios, buenos negocios entre privados; se estimule la promoción de los estados y destinos con compradores nacionales e internacionales; se comparta información de valor a los medios de comunicación especializados y en general, nacionales e internacionales y; se entienda que el turismo debe ser un negocio de país y no una actividad de unos pocos privilegiados.
Que por unos días pasen a segundo término los discursos de gobernadores y secretarios, que no sea lo fundamental la inauguración de tal o cuál pabellón o la tambora que acompañó a tal destino.
Finalmente, hay que echar mano de la tecnología: somos de las pocas ferias en el mundo, donde los gafetes de los participantes —por lo menos para los comunicadores— siguen siendo físicos y repartidos en mano, la mayoría de las ferias turísticas internacionales transitó desde hace tiempo a la vía digital, con gafetes o acreditaciones electrónicas, con el mismo o mayor control y seguridad.