Sin duda, los acontecimientos suscitados la semana pasada en el Estado de Guanajuato, relacionados con el feminicidio (apuñalada brutalmente), de Milagros Montserrat, ponen, nuevamente, en el ojo del huracán, la eficiencia y eficacia de las estrategias de seguridad pública de nuestros gobiernos en los tres niveles.
Siempre he considerado que, cada vez que hay un feminicidio en nuestro país, un homicidio, y en general, que se comete un delito en detrimento de una persona, es una nueva oportunidad para hacer una reflexión profunda de que las cosas, o no se están haciendo bien, o lo que se está haciendo merece, necesita y ocupa formas y maneras diferentes de hacer las cosas, para que no se cometan más este tipo de delitos, que son una verdadera ofensa para las y los mexicanos, víctimas, familiares y la sociedad en su conjunto.
Estimo que, es una nueva oportunidad para revisar las estrategias que se tienen, sin que ello implique que todo esté mal o que nada de lo que se tiene, funcione, porque es evidente que el gobierno federal, los de las entidades federativas y los municipios, siempre tendrán como prioridad la seguridad pública de las y los ciudadanos de México; sin embargo, es una aspiración muy legítima y un reclamo sustentado, que pidamos a las autoridades se analice el tema.
A mi juicio, más allá de que hoy el asesino de Milagros ya esté en la cárcel y que estoy segura se aplicará la ley estrictamente, y de que, también existan muchos feminicidas que están en las calles, sustraídos de la justicia.
Uno de los rubros en donde tenemos que trabajar arduamente, legisladores y autoridades, es en la prevención, estoy segura de que no hay mejor forma de que esta clase de delitos se erradique: y es NO cometiéndolos.