El 16 de noviembre está dedicado por parte de la Organización de las Naciones Unidas al Día Internacional para la Tolerancia. La tolerancia adquiere muchísima importancia en los días y tiempos que estamos viviendo. Definida por la RAE como “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.
El término tolerancia no es tan reciente como se suele pensar, algunas corrientes filosóficas dicen que sus orígenes se remontan a las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII refiriéndose a esta como una actitud de indulgencia y comprensión para conseguir una convivencia entre grupos religiosos, que después se extendería a otras agrupaciones ideológicas.
En nuestros días, el concepto se enriqueció al incorporar la palabra respeto y amplificarlo hacia un marco amplio de libertad en el cual se eliminen las violencias que generan las diferencias. Hoy por hoy, no podría haber una aspiración al ideal de paz universal sin el concepto tolerancia.
La relevancia de esta llevada a la práctica radica en que nunca como ahora ha existido una enorme diversidad de formas de pensamiento, preferencias de todo tipo, e inmedibles cantidades de ofertas informativas para todos los temas -los cuales son extraordinarios puesto que la expansión podría ser una de las palabras que mejor definan al Universo-, sin embargo, al tener tal cantidad de posibilidades ante sí, uno de los retos que se le presentan a la mente humana condicionada, es saber incluir todas estas tonalidades para coexistir en armonía y balance.
Ser personas tolerantes puede salvar vidas, puesto que sólo hace falta una palabra o una acción reactiva e irreflexiva para destruirlo todo en un segundo. Una medida real para saber cuánto hemos avanzado en nuestro desarrollo humano y espiritual está en la capacidad de ser más amorosos, tolerantes y comprensivos con los demás. Junto con la instrucción formal, la conciencia se suma a la base para ver las cosas desde una perspectiva más amplia.
El proceso de no reaccionar ante lo que es diferente permite frenar el fomento del odio social. Una persona consciente es más compasiva y menos reactiva. Las Naciones Unidas en la asignación de este día invitan a la ciudadanía del mundo a que se combatan los discursos de odio a través de la educación y a reflexionar en que el odio es aprendido y por lo tanto también se puede desaprender con acciones específicas como los marcos legales, la educación que combata el miedo a lo desconocido, el acceso universal a la información sin manipulación, la toma de conciencia individual, entre otras medidas.
Sin duda, nos está tocando experimentar una Era humana en la que todos los gustos y formas de vivir pueden tener cabida sin aversiones ni prejuicios nocivos, probablemente para que podamos aprender a crear una neutralidad absoluta en la que existan megaoportunidades de crecimiento y aprendizaje para todos sin distinción. La conciencia sobre esto y nuestra conciencia expandida nos permitirán rápidamente generar un mundo mejor para todos, si así nos lo proponemos.