Opinión

Columna Itinerante: La fuerza de los jóvenes

La fuerza de los jóvenes
FOTO: MAGDALENA MONTIEL/CUARTOSCURO.COM

A mi hija, con amor,

en el término de sus estudios de secundaria

Escenas contrastantes. Múltiples imágenes y mensajes surcan con rapidez inimaginable el espacio virtual comunicándonos en red; algunas de ellas cargadas de sentido, de propuestas y cambio, otras, simplemente caerán en el olvido de la banalidad que las vio nacer.

Independientemente de sus cualidades el elemento en común es la exposición, el intercambio; tristemente dicha comunicación se asemeja a su contraparte material monstruosa, las balas y misiles que algunas naciones que se han declarado la guerra intercambian.

Sólo que mientras ciertas imágenes y palabras buscan abrir el muro del sin sentido, del caos y del vacío a través de la investigación y el estudio, las balas que laceran la carnes y conciencias de las personas, sus viviendas y ciudades, expresión terrible de la pérdida del diálogo.

De la degradación y fracaso de la política y diplomacia, buscan cerrar los horizontes, reducir a la nada el presente y futuro…jamás lo conseguirán, ya que una flor siempre podrá agujerar el duro concreto.

Es en ese contexto mundial, con todo lo que también acontece en el país y en nuestra ciudad, donde miles de jóvenes entusiastas concluyen con éxito sus estudios académicos para emprender nuevos caminos formativos.

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¡Que hermosa esperanza puesta en acto! valiente, silenciosa, imparable. Mientras el mundo se cae en pedazos a manos de adultos irresponsables, que –como dice Serrat— “juegan con cosas que no tienen repuesto”, niños y jóvenes nos dan una gran lección, una clase de civilidad y esfuerzo sostenido.

Ya que, junto a sus padres y maestros, han optado por la vida de la vida, el deseo por el saber, el estudio, la creación, la interrogación científica y artística, las conquistas deportivas, eligiendo otro tipo de armas para transformar su mundo, ¡El mundo!

Como lo ha dicho Massimo Recalcati, una hora de clase puede cambiar una vida. No porque los maestros y las escuelas lo sepan o tengan todo, sino porque sustentan una posición ética ante el vacío y sin sentido, basada en el pensamiento y la crítica que no renuncia a interrogarse sobre los diferentes campos del saber, explorando sus ideas, observaciones y preguntas, que avanzan, retroceden, se pierden, fallan, experimentan…pero jamás claudican; eso es algo que nunca entenderá la lógica de lo inmediato, de una vida que no conoce el esfuerzo, ni el intercambio, ni la disciplina que realiza, ni la colaboración, del consumo que esclaviza a las personas sumiéndolas en un silencio solitario de su propia satisfacción sensible…

Ahí, precisamente, en ese punto de obscuridad, donde pareciera que todo está equivocado y es incierto, es donde asistimos a una apertura: el deseo decidido de quienes buscan realizar un sueño, un proyecto…caminar el propio camino, teniendo como eje la formación académica en todas las áreas del saber. Por eso podemos continuar diciendo, junto al poeta:

Una flor nació en la calle. Pasen de largo, tranvías, colectivos, río de acero del tráfico. Una flor, todavía descolorida burla a la policía, rompe el asfalto. Hagan silencio absoluto, paralicen los negocios, les garantizo que nació una flor.

Carlos Drummond de Andrade

*El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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