Como si se tratara de algún evento taurino y al más puro estilo de la fiesta brava, haciendo el paseíllo y partiendo plaza cual matador, llegó para quedarse en el ánimo de la gente el ahora ya legendario Toros y Burras.
Dicho por algunos asistentes, este sitio es ideal para pasar tardes y noches inolvidables después de clases.
El lugar es referencia de fiesta tempranera para luego, ya entrados en tragos, caerle al antro o, por qué no, seguirla ahí mismo, en un ambiente tranquilo y muy seguro, donde no entran teens y apenas uno que otro treintón colado.
Rodeado por una decoración sencilla pero amable, con periqueras estilo lounge para todos los que quieren confort al reventar, nada ostentoso pero al mismo tiempo bien definido, con un estilo propio y bien definido, la gente de Toros sabe consentir a sus más exigentes feligreses.
La música es variada, encontramos de todo un poco, y eso hace especial el lugar, no se casa con un estilo, abarcando todos los sonidos del momento, abrazando la diversidad como estandarte para que todos los fieles canten al compás de los éxitos del momento.
En la carta de alcohol encuentras desde los famosos tragos duros y los ya célebres shots de jagger, hasta las chelas en sus mil formas; encuentras tequilas, rones, vodkas, cocteles y, obvio, bebidas sin alcohol que son poco socorridas.
En cuestiones de comida tienes un diez, cumplen al cien las expectativas, claro, no encuentras platos muy elaborados, pero lo que hay va con el lugar. No pueden faltar los emblemáticos burritos muy al estilo norteño, con todo y la tortilla de harina de trigo y con diferentes rellenos, los tacos al pastor y una que otra “garnacha” bien hechos.
El servicio es discreto con sus áreas naturales de mejora, los precios oscilan entre los 40 y los 100 pesos en bebidas y alimentos, nada mal.
La ventaja de Toros y Burras es que abren sus puertas a las 13:00 horas, además de su buena ubicación al oriente de la ciudad, en Ermita Iztapalapa 585, en la colonia Granjas.
Una excelente opción para reventar como mereces.
