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Entre el techo de cristal y el suelo pegajoso: así es la realidad de las mujeres

Pese a ser más creativas, aumentar la productividad de las empresas y fortalecer los equipos, no hay un número significativo de mujeres al frente de grandes corporaciones

La inequidad de género se manifiesta no sólo en la disparidad de los sueldos o la falta de oportunidades para una mejor educación; también aparece en el entorno laboral, pues las mujeres no acceden a puestos directivos. Marilyn Loden fue una de las pioneras en utilizar el término techo de cristal para referirse al por qué las mujeres no ocupaban posiciones de liderazgo en las compañías. Para ella, se trataba de una metáfora acerca de la barrera que es invisible cuando las mujeres comienzan su carrera profesional, una delgada línea que les impide ascender pese a sus esfuerzos.

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Esa barrera está compuesta por ideologías de género que se han ido internalizando no sólo en las organizaciones privadas, también en esferas políticas, de las artes y el deporte. Las estructuras jerárquicas, la idea de preferir las cualidades de un hombre sólo por su sexo y los estereotipos asociados a las mujeres son algunos de los factores que promueven el techo de cristal y la desigualdad de género.
Se cree que las mujeres en puestos directivos, a diferencia de los hombres, en algún momento de la vida tendrán que elegir entre su futuro profesional y el personal. La idea socialmente construida que supone que todas las mujeres desean ser madres y en el futuro elegirán a sus hijos por encima de su empleo, refuerza que las compañías decidan no promoverlas como tomadoras de decisiones y que no alcancen puestos directivos.
ONU Mujeres, a través del estudio Principios para el Empoderamiento de las Mujeres, revela que las mujeres representan 64% de las decisiones de compra y que suman creatividad, visión y gestión estratégica para las instituciones, de acuerdo con su análisis.
“Las empresas que tienen mayor igualdad de género gozan de niveles más altos de crecimiento y mejor desempeño; sin embargo, para dar paso a la igualdad de género y garantizar la inclusión del talento, las aptitudes y la energía de las mujeres —desde las oficinas ejecutivas, hasta las fábricas y las cadenas de suministro— es necesario que las empresas pasen del compromiso a la acción, y adopten medidas y políticas decisivas, visibles, cuantificables y medibles, específicamente dirigidas al logro de este objetivo”, señala el estudio.
En el estudio Women in the Workplace 2018, conducido por McKinsey y LeanIn.Org, se encontró que a pesar de que en los últimos 30 años las mujeres han obtenido mayor número de titulaciones que los hombres, es menos probable que encuentren un trabajo; y una vez que entran al campo laboral, a pesar de que piden promociones, negocian mejores salarios con la misma frecuencia que los hombres y laboran para sus empresas el mismo tiempo que ellos, continúan siendo minoría. Según otro estudio publicado en 2018 (Women in Business: Beyond Policy to Progress) las mujeres ocupan únicamente el 30% de los puestos de liderazgo, mientras que el 35% de las empresas no cuenta con ninguna mujer en esas posiciones.

No sólo es el techo de cristal

Otro de los términos que ha ganado popularidad es el del ‘suelo pegajoso’, que se usa para referirse a las fuerzas que mantienen a las mujeres en la base de la pirámide social. Ese suelo pegajoso está compuesto por el trabajo en el hogar, el trabajo con los hijos y el conyugal. Aunque no tendrían por qué ser inherentes a las mujeres, este tipo de trabajos refuerzan la idea de que ellas tienen cargas afectivas y emocionales que determinan sus ascensos profesionales y hacen que les cueste más trabajo salir del lugar en el que se encuentran.

Cifras de ONU Mujeres revelan que, en promedio, las mujeres realizan al menos 2.5 veces más trabajo no remunerado que los hombres. Es decir, que el cocinar, limpiar, realizar las tareas del hogar y el trabajo doméstico en general, es asumido por ellas sin recibir una remuneración. Este organismo confirma que, además de llevar a cabo el trabajo doméstico remunerado, las mujeres tienen jornadas de trabajo extendidas que las mantienen atadas a sus hogares y por las que no reciben ningún pago.

Aunque las tareas del hogar no son reconocidas como “trabajo”, estas representan una fuerza importante para la economía de los países. “El valor del trabajo de cuidado no remunerado y del trabajo doméstico representa entre un 10 y un 39 por ciento del producto interior bruto; puede pesar más en la economía de un país de lo que pesan la industria manufacturera, el sector del comercio o el del transporte”, según revela ONU Mujeres.

Mientras no avancemos en materia de igualdad de condiciones se seguirán reproduciendo los roles de género. Nuestra tarea es concientizar a nuestras esferas sobre la importancia del trabajo de las mujeres

“He sufrido de discriminación por ser mujer en todos los aspectos. Una mujer siempre se tiene que esforzar más que un hombre, tiene que demostrar más que ellos. En mi caso lo he vivido muchísimo. En la mayoría de los premios en los que he estado, en las categorías , los conciertos, en todo, al hombre siempre se le da otra prioridad. Ha mejorado la situación, pero no lo suficiente como para estar a nivel de países en los que las cosas están cambiando más rápido”, mencionó Belinda.
EL DATO
74% de las mujeres en América Latina tiene más probabilidades de trabajar en el comercio informal que los hombres.

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