Coronavirus

Parteras de Chiapas “entran al quite” en tiempos de coronavirus

Cierre total o parcial de centro o unidades de salud en municipios ha generado muertes maternas y neonatales, advierte la Alianza Pediátrica Global

Una mujer indígena embarazada intentó ingresar, apenas el pasado viernes, al Hospital General de Palenque, Chiapas, pero guardias de seguridad le cortaron el paso. A los pocos minutos, logra entrar, casi corriendo, al sanitario. En los pasillos de Urgencias, solo quedaron marcas de sandalias ensangrentadas y, lo más crudo: un recién nacido casi flotando en el escusado de esa área.

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Aunque esta escena no es nueva en esta entidad del sureste, durante la pandemia a cientos o miles de mujeres en estado de gestación de zonas rurales e indígenas se les ha complicado la atención en centros o unidades hospitalarios públicos e, incluso, con la mayor parte de las más de 3 mil parteras tradicionales registradas por el sector Salud, quienes pararon labores por temor  a contagiarse del Covid-19, pues el “grueso” es adulta mayor y presenta males como hipertensión o diabetes.

No obstante, hay algunas que, tras “palpar” la necesidad de sus pueblos, no cerraron sus puertas, como el caso de Elena Hernández Hernández, quien advierte que, desde hace cuatro meses, cuando el nuevo coronavirus mató o contagió a los primeros chiapanecos, de las cerca de 42 compañeras de oficio “empadronadas” en su zona, solo la mitad aún labora con normalidad.

Aunque desde hace poco más de dos décadas se enfrenta a las vicisitudes de ser partera tradicional en la localidad “zapatista” de San Andrés Larráinzar por las precariedades en materia de salud, advierte que hoy más que nunca atender embarazadas representa un doble riesgo: el que haya contagios o hasta decesos por el Sars Cov-2.

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Más complejidades

Luego de que un grupo de indígenas tojolabales, incrédulos del Covid-19, causara, a finales de junio pasado, destrozos y hasta golpeara a personal del Hospital Básico Comunitario en ese municipio, la “chamba” se le ha duplicado: solo en mayo pasado Elena Hernández atendió cerca de 15 partos y en junio alrededor de una decena (el 90 por ciento jóvenes de 30 años).

“Solo 21 parteras estamos en funciones ahorita, bueno, menos una que se llama Martha que se contagió de Covid-10 por atender a un paciente enfermo, no a una embarazada… entonces es más difícil; por fortuna no he atendido a ninguna paciente con ese mal”.

La también artesana y madre de 8 hijos, quien está segura de que su oficio es un don, puntualiza que cuenta con cubreboca, mandil, gel, alcohol y hasta guantes, lo que por lo regular reciben de agrupaciones como “Nich Ixim” de San Cristóbal de Las Casas, movimiento conformado por 800 parteras de 30 localidades del estado.

Ante este panorama, Elena Hernández “entra al quite” y muestra sus otras habilidades: el de ser “huesera” y curandera y así ayudar no solo a embarazadas, sino a quienes tengan otras dolencias como: fiebre, dolores corporales, entre otros, a pesar de los riesgos que esto conlleve.

Parteras

Personal médico se “escabulle; población marginada, abandonada a su suerte

De acuerdo con la Alianza Pediátrica Global, organización que desde hace 16 años capacita a cientos de parteras de todas las regiones de Chiapas, el panorama es más complejo en estos momentos, debido a que el poco personal médico que de por sí había en los centros de salud de las zonas más marginadas, no está en operación. Prácticamente, advierte, dejó a las poblaciones aún más desamparadas, vulnerables.

Apoyada por una persona para responder debido a que ella parla el idioma tsotsil, Elena Hernández refiere que ese es el temor, pues al menos ella, de cada 10 partos atendidos, uno o dos encía al Hospital Básico Comunitario porque resultan de alto riesgo, “pero ahora, ¿cómo le hacemos sin un hospital?, y no es porque yo le tenga miedo a enfermarse de ese virus”.

Este escenario pondría en riesgo a más chiapanecas embarazadas y, prueba de ello, es que según el Observatorio de Mortalidad Materna en México, el Covid-19 se coloca por arria de la hemorragia y las enfermedades hipertensivas como causa de mortalidad materna en el país. Es decir, junto con los fallecimientos probables por ese virus, ocuparía la primera causa de decesos de mujeres en estado de gestación.

De enero a la fecha, resalta, Chiapas ocupa el segundo lugar con 35 muertes maternas, seis más que en el mismo lapso del año pasado. Solo es superado por la Ciudad de México, con 55 eventos.

Incluso, el porcentaje de partos que se atienden en domicilios particulares, es decir con parteras, aumentaría de forma significativa. Según un estudio del instituto Nacional de las Mujeres, cerca del 35% de esos procedimientos en el estado (cerca de 180 mil anuales) son atendidas en viviendas, la cifra más alta en todo el país.

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Parteras se han infectado; el riesgo es alto

Aunque no tiene datos exactos sobre eventos lamentables con embarazadas, Jorfe Gabriel García, responsable de capacitación a personal comunitario de la Alianza Pediátrica Global, advierte que el hecho de que los centros o unidades de salud estén prácticamente cerrados, genera problemas graves.

Tras destacar que el ausentismo del personal médico y de enfermería de por sí es constante y carente, asevera que otro pretexto fue el temor no solo de contagiarse, sino de ser agredido por la gente que piensa que ese virus fue inventado para aniquilarlos.

Sin embargo, advierte que las repercusiones son también una constante: en primer lugar, saben de al menos cinco partera infectadas por el SARS COV-2, aunque por fortuna no perecieron, no se agravaron.

“También supe de dos muertes maternas y dos de bebés, no por Covid-19, pero si porque hay emergencias obstétricas u otras necesidades que no se atienden a tiempo por esa razón de que no hay centro de salud abiertos; por ejemplo, está el caso de una embarazada del municipio de Chilón que tuvo que buscar ayuda en Ocosingo porque se agravó, y ya no alcanzó a ser atendida y murió”.

A todo esto, agrega, se le suma que una mujer en estado de gestación no recibe en estos momentos un adecuado control prenatal, o no obtienen el ácido fólico necesario para el desarrollo adecuado del embrión, entre otros.

Parteras

“Familiares de pacientes nos ponen en riesgo”

Lucía Silva Martínez, partera profesional desde hace 13 años y originaria de la comunidad El Porvenir Agrarista, municipio de La Trinitaria, advierte que, a pesar de que a lo largo de su carrera ha atendido más de 2 mil nacimientos, la pandemia les cambió el panorama: se sienten vulnerables.

Aunque desde hace tiempo no atiende partos en su localidad natal porque se mantiene con el Movimiento “Nich Ixim” en San Cristóbal de Las Casas, lamenta que, como no todos las parteras tradicionales están registradas ante el sector Salud por temor a las amenazas que reciben de personal o funcionarios de esa dependencia para que no intervengan en un parto, las condiciones para atender a las embarazadas podrían no ser las mejores ante la falta de algunos insumos como cubrebocas u otros.

“Al no haber ese acceso para que esas mujeres acudan (a un hospital o centro de salud), nos pone en predicamentos con la muerte materna, lo que hemos notado al menos es esta pandemia”, refiere quien, desde pequeña, aprendió el oficio de su mamá.

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Director de salud de yajalón “le hace fuchi” a la partería

No obstante que se vive en tiempos de pandemia, a Maria Méndez Hernández no la detiene la edad (77 años) para atender a las embarazadas de las comunidades de Yajalón, municipio enclavado en la región Norte-Selva de Chiapas. Incluso, sube las montañas para llegar a los domicilios de quienes requieren de su ayuda.

Encomendada en el poder de la Madre Tierra, la partera tradicional desde hace casi 3 décadas está acostumbrada a vivir en la precariedad, por eso la pandemia “no le hace mella”. De ranchería en ranchería, ha buscado la forma de establecerse con su 12 hijos (pero le quedan 8) y su esposo.

“Mi vida ha sido difícil, porque no sale la paga para un terreno, desde que me casé me fui a vivir a Palenque, de ahí regresé a Yajalón, me fui a un rancho, y hasta hace como 7 meses pude comprar un terreno, en pagos, pero aún no lo termino de pagar, son 10 mil pesos, pero no sale, Aún me falta la casita pero ya veré como le hago para construir una que sea una de madera”, confiesa la longeva mujer hablante del idioma tzeltal, apoyada por Juan Carlos, su traductor e integrante de la Alianza Pediátrica Global.

Pese a que le hace frente al Covid-19, maría se protege con cubrebocas y otros insumos, pues también atiende a gente que tiene fiebre, diarrea, entre otros males.

Empero, su labor no solo es acompañar el nacimiento del bebé, sino le da seguimiento al postparto, hasta los 40 días: “Tengo dos hijas que también son parteras, y saben lo pesado que es esta labor, incluso una ya no muy quiere seguir”.

María, como cientos de compañeras más, se ha topado con la “cerrazón” de los directores de centros de salud. Con el actual, asevera, la relación es ríspida, pues las amenazó con ya no recibirlas con embarazadas, “pero le dije que juntaría paguita y me iría a Palenque a acusarlo con su jefe, le dio miedo y por eso me acepta ahora”, confiesa.

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