¿Cómo salir de una mala racha?

Depende de la actitud con la que los afrontamos los problemas, se agudizan hasta convertirse en entornos problemáticos de larga duración hasta considerarlos como malas rachas

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Los seres humanos, principalmente aquellos que ya son adultos y que en su día a día cumplen con responsabilidades de diversa índole, frecuentemente enfrentan escenarios adversos que, dada la actitud con la que los afrontan, se agudizan paulatinamente hasta convertirse en entornos problemáticos de larga duración y que acaban por considerarlos como malas rachas.

Y éstas (las famosas malas rachas) se presentan a todo nivel y en cualquier entorno, tanto que es común encontrarnos con personas que en lo familiar, en lo laboral, en lo social y hasta en lo emocional están frecuente y permanentemente inmersas en universos cotidianos sumamente enredados de los que difícilmente se pueden zafar y que, por el contrario, como si se tratara de una especie de arenas movedizas, cada que intentan algún movimiento para sacudirse ese mal momento terminan hundiéndose más y más…

Pero, ¿a qué se debe que los seres humanos enfrentemos casi todo el tiempo estas malas rachas?

Ciertamente, los factores son diversos para que un hombre (o una mujer, nadie está exento) se vea envuelto en una mala racha. Sin embargo, en una primera instancia podemos considerar que la mayoría de las personas que se ven atrapadas en este tipo de situaciones presentan una personalidad de aristas negativas, poco seguras de sí mismas y sumamente proclives a procrastinar (postergar) aquellos asuntos que requieren de una atención y una solución inmediatos. Así las cosas, cuando un individuo no se responsabiliza de su entorno, sus acciones y sus decisiones finalmente se ve acorralado por todas aquellas situaciones que en su momento evadió y debió haberles puesto atención.

En una segunda instancia, también debemos de asumir un compromiso permanente por superar el mal momento que se está atravesando y para eso se requiere identificar las características de esa mala racha que nos está sofocando y una vez realizado este diagnóstico (que en la mayoría de los casos va a requerir de muchísimo análisis y autocrítica) debemos tener confianza en nosotros mismos, estar convencidos de que somos capaces de implementar soluciones y disciplinarnos lo suficiente como para poder salir de esa cadena de situaciones y resultados negativos.

Y sí, una mala racha significa que “vamos perdiendo”, como si se tratara de algún deporte en el que el adversario (en este caso la vida) nos está derrotando, lo que en definitiva nos debe ubicar en una posición de explorar todas la posibilidades que estén a nuestro alcance para revertir la situación y suponer una mejora. Y esto debe ser poco a poco, sin precipitarnos, porque de fallar nuestra estrategia inicial podríamos generar estrés y frustración suficientes como para agudizar el estatus en el que nos encontramos. Por lo tanto, hay que ser inteligentes, pacientes, conscientes y muy resilientes.

Obviamente, en una situación de esta índole es muy legítimo recurrir a un especialista (psicólogo, terapeuta, psicoanalista, etcétera) que pueda convertirse en un aliado tan valioso como necesario porque la visión y la motivación no siempre se obtienen desde un ángulo individual porque cuando llevamos inmersos en una mala racha durante un periodo prolongado de tiempo nos es sumamente complicado observar el panorama de manera nítida.

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