Este jueves, la alcaldía Cuauhtémoc ordenó el retiro de la estatua del Che Guevara y Fidel Castro ubicada en el Jardín Tabacalera. La obra, titulada Monumento Encuentro y realizada por el escultor Óscar Ponzanelli, conmemoraba el primer encuentro entre ambos líderes revolucionarios en 1955, en un departamento de la calle José de Emparán de esa misma colonia. Fue un momento decisivo para el nacimiento de la Revolución Cubana, ya que selló la colaboración entre Guevara y los hermanos Castro para derrocar al régimen de Fulgencio Batista en Cuba.
El lugar elegido para el monumento no fue casual. La Colonia Tabacalera tiene un fuerte simbolismo para los simpatizantes de las luchas revolucionarias latinoamericanas, y la escultura buscaba rendir homenaje a ese episodio histórico poco conocido fuera de los círculos especializados.
El Che vivió en México entre 1954 y 1956, una etapa formativa donde trabajó como médico y fotógrafo callejero. Durante ese tiempo conoció a exiliados de distintos países, se casó con la activista peruana Hilda Gadea, quien lo introdujo a la literatura marxista, y consolidó su ideología revolucionaria. Esta etapa, a menudo eclipsada por su rol en Cuba, es considerada por sus simpatizantes como esencial para su transformación política.
Retiro polémico: legalidad, memoria y confrontación ideológica
Desde su instalación en 2017, bajo la gestión del entonces delegado Ricardo Monreal, el monumento fue objeto de controversias. En 2020 fue retirado de forma temporal por razones administrativas, pero fue reinstalado tras la aprobación del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos (COMAEP), según consta en el acta de la Séptima Sesión Extraordinaria del 3 de noviembre de ese año.
Sin embargo, la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega argumentó que no existían permisos válidos para la presencia del monumento, lo que desató un cruce de versiones. Mientras la alcaldía defendía el retiro como una cuestión legal, sectores como el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba lo calificaron de “agresión a la ciudadanía” y a los lazos históricos entre México y Cuba.
A lo largo de los años, la escultura fue objeto de vandalismo con pintura blanca y roja, y fue blanco de protestas, como la de la organización Misión Rescate México CDMX, que en 2021 colocó pancartas donde señalaba a Guevara y Castro como símbolos de “represión”.
Además, resurgieron señalamientos ideológicos contra el Che, recordando su participación en ejecuciones en los primeros años del régimen cubano. Algunos diputados como Jorge Triana y América Rangel lo llamaron “asesino” y “homofóbico”, avivando el debate sobre su figura.
Un hecho poco recordado es que Guevara, junto con Fidel Castro, fue arrestado brevemente en México en 1956 bajo sospechas de actividades subversivas. Fueron liberados tras la intervención de figuras como el expresidente Lázaro Cárdenas, lo que confirma el papel de México como refugio para exiliados políticos.
El acto de retiro también estuvo cargado de simbolismo político. Rojo de la Vega declaró: “Ni el Che ni Fidel pidieron autorización para instalarse en Cuba… y tampoco en la Tabacalera. Pero aquí sí se cumple la ley”. Con ello, aludió tanto a la supuesta ilegalidad del monumento como a una crítica abierta a las figuras revolucionarias.
¿Monumento histórico o símbolo incómodo?
Más allá del debate sobre los permisos, el retiro del Monumento Encuentro deja al descubierto las tensiones sobre el uso del espacio público y la memoria histórica. Para algunos, la escultura honraba una etapa fundamental de la historia compartida entre México y Cuba. Para otros, exaltaba a figuras asociadas con autoritarismo.
La figura del Che Guevara sigue dividiendo opiniones: idealista revolucionario para unos, verdugo ideológico para otros. Lo cierto es que su vínculo con México fue real y significativo, y su presencia en el debate público refleja la complejidad de su legado.