Claudia Sheinbaum, abordó un vuelo comercial rumbo a una de las reuniones más relevantes de este año: el esperado primer encuentro entre ella y Donald Trump durante la Cumbre del G7. No era un encuentro menor. Más allá de la foto oficial, se trataba de un debut internacional cargado de retos, donde la presidenta mexicana tendría que sortear temas delicados para evitar que su estreno en el escenario global terminara con sobresaltos.
Sin embargo, la salida exprés de Donald Trump de Kananaskis trastocó por completo la visita y las expectativas de la delegación mexicana, en la que viajaron figuras clave como Omar García Harfuch y Marcelo Ebrard. Así, la reunión que pudo haberse concretado meses atrás, incluso durante el funeral de Francisco, y que ahora parecía inminente en el G7, volvió a quedarse en el aire.
Entre los temas pendientes siguen figurando asuntos de alta sensibilidad: migración, la defensa de los mexicanos indocumentados, comercio, narcotráfico, tráfico de armas y la presión constante por una mayor cooperación binacional. La agenda bilateral queda, una vez más, sin fecha definida, mientras crece la incertidumbre sobre cuándo y cómo se dará finalmente este primer cara a cara.
Lo que sí es un hecho es que no faltará quien —seguro que desde el prianismo— aproveche este episodio para leerlo como un desaire, un gesto de desprecio o incluso una muestra de hipocresía por parte del presidente de Estados Unidos hacia el pueblo mexicano, pues la cita estaba pactada para este mismo martes.