Hay momentos que duelen en silencio.
Tu hijo ya no se ríe igual.
Tu hija ya no habla como antes.
Te dice “todo bien”, pero algo en ti sabe que no.
Y aunque no hay pruebas en la mesa, el corazón lo intuye: algo está pasando.
Las adicciones no siempre empiezan con una jeringa.
A veces comienzan con ansiedad, con presión social, con un “solo por probar”.
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Otras veces, con un dolor no dicho.
Una tristeza que nadie notó.
Y sí, puede empezar en casa, mientras tú haces todo lo posible por sostenerlo todo.
En México, el 47% de los adolescentes ha probado alguna sustancia antes de los 18 años.
-Lo más común: alcohol, cigarro, vapeador.
- La edad promedio de inicio: entre los 12 y 13 años.
-7 de cada 10 jóvenes que caen en adicciones dicen que no se sintieron escuchados por sus padres.
Y tú ahí, tratando de entender.
Con la culpa encima.
Con el miedo de equivocarte…y con el deseo más profundo de ayudar.
¿Cómo te acercas sin romper lo poco que queda?
1. Habla desde el amor, no desde el miedo
No acuses. No grites.
Dile: “Estoy preocupada porque te amo y no quiero perderte.”
2. Escucha sin interrumpir
Tal vez diga cosas que duelen. Escúchalas igual.
Validar no significa justificar, significa abrir espacio para que confíe.
3. Busca ayuda profesional
No estás sola. No estás solo.
En Querétaro hay programas como Planet Youth, CAPA y Escuelas para Padres.
Pedir ayuda es una forma de amor activo.
4. Pon límites con presencia, no con castigo
Decir “no” también es una forma de cuidar.
Pero quédate cerca. No lo dejes solo con su error.
Aún hay esperanza
Aunque ya haya probado algo, aunque se haya alejado…todavía estás a tiempo.
El mayor acto de amor no siempre es controlar, sino quedarte.Es decir: “No sé cómo ayudarte, pero no me voy a ir.”
Silencio. Culpa. Esperanza.
Tres palabras que muchas madres y padres conocen de memoria.
Pero si a eso le sumas presencia, ternura y decisión…puedes construir un nuevo comienzo.