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Chespirito: ¿Ídolo en Latinoamérica y en México no tanto?

La figura de Roberto Gómez Bolaños sigue generando debate; mientras en países de Latinoamérica se le venera, en México su legado es cuestionado

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Foto: (Especial)

La admiración hacia la obra de Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, sigue viva en millones de hogares en Latinoamérica. Sin embargo, el contraste en cómo se percibe su obra en distintos países ha sido objeto de reflexión, especialmente ahora que su historia está siendo contada en la serie Chespirito: Sin querer queriendo, con el respaldo de su familia.

Andrés Giardello, actor uruguayo que interpreta a “Pepe Jamaica” en la serie, compartió en entrevista para Publimetro su experiencia con el universo de Chespirito:

“Me declaro abiertamente fan de todo su universo. Conocía El Chavo, El Chapulín, claro, pero a mí siempre me interesaron más los sketches de Los caquitos y Los loquitos. Me parecían fascinantes, más profundos incluso. Rubén Aguirre, Edgar Vivar… todos hacían trabajos entrañables”.

“Era un sketch, era comedia”

Con diez años de residencia en México, Giardello ha percibido diferencias culturales notables en torno al comediante. “En el sur, en Uruguay, en Argentina, su figura es intocable. Lo transmitían todos los días, era el programa para levantar el rating en cualquier canal. En cambio, cuando llegué a México, noté que había cierta crítica, sobre todo en algunos círculos de actores. Como si renegaran de él. No entendía por qué. Algunos decían que caricaturizaba al mexicano, pero yo nunca lo vi así. Nunca pensé que los mexicanos fueran como El Chavo. Era un sketch, era comedia”.

Su fascinación por el mundo creado por Gómez Bolaños fue tal que en su primera visita a México en 2012 su prioridad era conocer la vecindad del Chavo: “Pensé que existía, que Televisa la había conservado. Me rompió el corazón saber que era sólo un set ya demolido... Yo quería estar ahí”.

Una figura imperfecta, pero fundamental en la cultura popular

El debate sobre la relevancia y vigencia de Chespirito en la actualidad fue también retomado por el creador de contenido Ron Hernández, productor ejecutivo de QueParió!, quien expresó con contundencia:

En México ni nos gusta Chespirito. Eso se escucha mucho últimamente, como si fuera necesario borrar lo que nos marcó para demostrar que ya crecimos”.

Hernández subrayó que la crítica al comediante ha pasado de ser una evaluación creativa a una especie de “desahogo tardío”: “Chespirito no fue perfecto, ni en lo creativo ni en lo personal, claramente. Tuvo ‘defectos’, ya saben cuántos (con referencia a las declaraciones de Florinda Meza para referirse a los hijos con su primera esposa). Fue infiel, repitió fórmulas, acumuló poder, se equivocó muchas veces, pero también fue un hombre que escribía a máquina cuando los medios eran de unos pocos (Eugenio Garza Sada y Emilio Azcárraga Milmo)”.

Para el productor, es importante reconocer el contexto en el que nació esa comedia: “Juzgar sus decisiones desde el privilegio del 2025, donde toda la información está al alcance de ChatGPT y Google, no se siente como un análisis crítico... se siente más bien como un desahogo tardío”.

Y aunque su humor ya no genere las mismas carcajadas, Hernández recalca que su impacto cultural fue enorme: “Hubo un tiempo en que su comedia no sólo era una referencia cultural, era compañía... A veces lo que nos avergüenza no es el personaje, sino nuestra propia historia”.

¿Borrarlo o comprenderlo?

A la distancia se entiende que Chespirito: Sin querer queriendo busca mostrar el lado humano detrás del personaje. Con el guión y la producción a cargo de Paulina y Roberto Gómez Fernández, hijos del comediante, la serie está ofreciendo una mirada íntima de su vida. En ese sentido, “puede gustar o no, pero es su versión, y como actor elijo creer que esta es la historia de Roberto Gómez Bolaños”, aseguró Andrés Giardello.

A más de una década de su muerte, Chespirito sigue siendo una figura que provoca nostalgia, pero también reflexión. Reconocer su legado no implica glorificarlo, sino entender que, para millones, fue un símbolo de unión familiar en una época sin tantas opciones, y que aún hoy, para muchos, sigue siendo parte de su identidad cultural.

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