En el reciente Congreso Mundial de Psicología y Psicoterapia, la Dra. Julie T. Anné presentó una ponencia reveladora sobre los trastornos alimenticios, su vínculo con el trauma en la infancia y el poder transformador de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC). Su enfoque,fresco y humano, conecta los puntos entre experiencias traumáticas y las luchas internas que llevan a estas condiciones, ofreciendo esperanza para una recuperación integral.
El trauma, según nos reveló, es un evento que pone en riesgo el bienestar, la salud o incluso la vida, dejando cicatrices emocionales que alteran el desarrollo emocional de una persona.
Cuando hablamos de “trauma complejo”nos referimos a una exposición repetida a experiencias devastadoras como abuso físico, emocional o sexual,negligencia o abandono, especialmente en el contexto de las figuras de cuidado primario (padres, abuelos). Estos eventos marcan un antes y un después, dejando a la persona desconectada de su cuerpo, sus emociones y su entorno.
En la infancia, el trauma complejo siembra una sensación de abandono profundo. La persona crece sintiéndose ajena a sí misma, incapaz de conectar con sus emociones o necesidades. Los síntomas de un trastorno alimentario suelen aparecer en la pubertad o adolescencia,cuando la necesidad de autoconsuelo y autorregulación emocional se intensifica. En lugar de recurrir a hábitos saludables, como una buena alimentación, ejercicio o descanso, la comida se convierte en un refugio automático para calmar la angustia.
El impacto del trauma va más allá… Las personas enfrentan dificultades psicológicas como accesos de ira o problemas de concentración; emocionales como tristeza o depresión, y conductuales como apatía o autolesiones. La baja autoestima, el sentimiento de indignidad, el aislamiento y el miedo al abandono dominan su vida.
Además, la incapacidad de identificar emociones o sensaciones físicas —como un estómago vacío o un nudo en el pecho—es común en quienes lidian con trastornos alimenticios y traumas de apego no resueltos.En un apego saludable, un niño se siente seguro, visto y valorado por sus cuidadores. Sus necesidades son atendidas con amor y prontitud.Sin embargo, en el trauma complejo, esta conexión se fractura,dejando a la persona incapaz de expresar lo que siente o necesita.
La buena noticia es que la sanación es posible. Según Anné, una persona que sana su trauma complejo se percibe como valiosa, con una autoestima sólida. Si aprende a conectar con su cuerpo, sus emociones y sus necesidades, podrá construir relaciones seguras donde puede mostrarse vulnerable y confiar en los demás.
La Terapia Cognitivo Conductual (TCC), propuesta, ofrece un camino claro hacia la recuperación. Sus principios incluyen desafiar la idea de que la autoestima depende del peso o la apariencia, identificar emociones detrás de los eventos y los pensamientos, y aprender a responder a esos sentimientos sin recurrir a la comida.
La psicoterapia busca reparar el daño emocional recreando experiencias de apego saludable, ayudando a la persona a descubrir sus fortalezas y a construir una relación sana consigo misma.El mensaje de Anné es: sanar el trauma interpersonal implica arriesgarse a ser vulnerable nuevamente, pero esta vez en un entorno de amabilidad, seguridad y aceptación. Conectar con el cuerpo, sentir y confiar son pasos clave hacia una recuperación completa. Existen diversos enfoques para tratar los trastornos alimenticios, pero todos coinciden en un punto:tú importas.
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